Denuncian la obsesiva persecución a los «top manta» y piden solidaridad
Alaji es un joven bilbaino condenado a 6 meses de cárcel, 900 euros de multa y 680 euros de indemnización a la SGAE por llevar copias de CDs en su mochila. Su caso ha servido para dar a conocer las «consecuencias dramáticas a las que lleva la obsesión por perseguir a los vendedores ambulantes y lo poco adecuado que es este medio para proteger la propiedad intelectual», según denunciaron ayer en Bilbo miembros de la plataforma Mbolo Moye Doole.
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Después de cuatro meses y medio de prisión, y a pesar de la oposición del ministerio fiscal, la jueza de vigilancia penitenciaria ha concedido la libertad condicional a Alaji, pero será encarcelado de nuevo si no paga 1.580 euros. Así lo denunciaron ayer en Bilbo miembros de Mbolo Moye Doole, una plataforma abierta que está formada en su mayoría por inmigrantes africanos, muchos de ellos afectados por órdenes de expulsión y por la criminalización del llamado top manta.
Babakar Diop y June Fernández, en castellano y euskara, recordaron que el Consejo de Ministros aprobó el pasado día 13 el proyecto de ley que modifica el Código Penal en lo referente a esta actividad. «Es sólo un lavado de cara. Se sigue sin distinguir la venta al por menor de quien se lucra a costa de la propiedad intelectual de los artistas. El top manta se sigue considerando un delito castigable con pena de cárcel de seis meses a dos años y multa. De aprobarse esta reforma, no cambiaría la situación de los más de 120 `manteros' presos, de las personas expulsadas ni de los más de 500 ya condenados, que no podrían acceder a la regularidad. Las personas que no puedan pagar las multas volverían a la cárcel y serían expulsables», advirtieron en una rueda de prensa.
Además, señalaron que dejaría sin efecto el criterio de la Junta de Magistrados de la Audiencia de Bizkaia de considerar que la venta de copias a pequeña escala no es de entidad suficiente para constituir el tipo penal del delito contra la propiedad intelectual, y que el Derecho Penal se debe reservar para las situaciones más graves.
Por ello, pidieron que la reforma del Código Penal acoja el criterio de los magistrados de la Audiencia de Bizkaia y solicitaron a la SGAE que muestre «sensibilidad» y renuncie a la indemnización de 680 euros impuesta a Alaji. En este sentido, hicieron un llamamiento especial a los músicos y artistas «para que entre todos paguemos las multas de Alaji y de otras personas condenadas y no tengan que ingresar en prisión».
«Con 10 euros -pusieron como ejemplo- se puede evitar que cumpla un día de prisión».
Una vez finalizada la rueda de prensa, ofrecida junto al Palacio de Justicia de Bilbo, los miembros de la plataforma Mbolo Moye Doole se dirigieron hasta la ría, en las inmediaciones de la calle Pío Baroja, para hacer un pequeño homenaje a Kadero, el joven de origen argelino que murió ahogado el pasado 7 de noviembre cuando huía de una patrulla de la Policía autonómica por estar sin papeles.
Después de guardar un minuto de silencio en su memoria, cada miembro de la plataforma lanzó a la ría una flor en su recuerdo, y a continuación un integrante interpretó con el txistu «Txoria txori», la conocida canción de Mikel Laboa que se considera una oda a la libertad. Con ese gesto quisieron poner de manifiesto no sólo la importancia de que una persona muera en esas circunstancias, sino el «miedo» con que viven las personas que están en situación irregular como consecuencia de la Ley de Extranjería española.
«Consideramos que Kadero fue una víctima más de la Ley de Extranjería y de la criminalización que sufren las personas inmigradas», declaró June Fernández en nombre de Mbolo Moye Doole, al tiempo que recordó que el joven fallecido en la ría carecía de antecedentes penales y nada tenía que ver con la persona que iba buscando la patrulla de la Ertzaintza.
Esta plataforma es independiente de SOS Racismo, pero cuenta con su apoyo. Sus principales objetivos a corto plazo son crear una red de información y solidaridad ante las consecuencias que tiene la Ley de Extranjería y también la previsible tipificación del «top manta» como delito. GARA
