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Las denuncias de tortura de los jóvenes se multiplican

Los relatos de tortura de los jóvenes encarcelados la noche del sábado se suman a las denuncias realizadas por sus compañeros los días anteriores. Estos relatos evidencian que cuanto más largo es el periodo de incomunicación más son las denuncias de tortura e incluso más grave el trato al que someten a los arrestados. Tocamientos, golpes y encañonamientos fueron algunos de los episodios vividos por los jóvenes independentistas.

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Tocamientos, simulación de violaciones, continuos golpes en la cabeza y los genitales, amagos con inyecciones de droga, horas en posturas forzadas, insultos y presiones sicológicas. Estos son algunos de los testimonios recogidos por los familiares y abogados de los treinta y un jóvenes independentistas encarcelados por orden del juez Fernando Grande Marlaska.

Según iban pasando ante el magistrado del tribunal especial y abandonaban la situación de incomunicación en la que habían estado bajo control de la Guardia Civil o la Policía española, los jóvenes encarcelados iban dando cuenta del trato sufrido en manos de sus captores. Trato que se ha ido agravando a medida que se alargaba el periodo de incomunicación, y es que mientras que la mayoría de los jóvenes enviados a prisión el jueves daban cuenta de torturas sicológicas, los jóvenes que estuvieron cuatro días en manos de sus captores alertaban ya de que las torturas no había sido sólo sicológicas..

Las donostiarras Maialen Eldua y Garazi Rodríguez, encarceladas el sábado, relataron haber sufrido tocamientos por parte de los agentes que las custodiaban así como «amenazas con ser violadas y asesinadas». Ambas indicaron, según recoge el primer resumen de las denuncias de torturas de estos jóvenes emitida por el movimiento pro amnistía, que habían sido obligadas a permanecer tan sólo con la parte de abajo de la ropa íntima durante los interrogatorios y que «han sufrido tocamientos y han sido besadas de cintura para arriba» por los policías.

En este resumen se censura del mismo modo, que otro de los jóvenes encarcelados el sábado, sin que se precise su identidad, fue víctima de «una simulación de violación». Y detalla que a otro lo pincharon por la espalda con una jeringuilla después de se amenazado con drogarlo.

La mayoría de los jóvenes que fueron enviados a prisión el sábado, -además de las donostiarras, el elorrioarra Ibai Esteibarlanda, el sestaoarra Mikel Totorika, el tolosarra Haritz López, el andoaindarra Euken Villasante y los jóvenes gasteiztarras Aitor Liguerzana, Unai Ruiz y Jagoba Apaolaza-, denunciaron haber sufrido continuos golpes en la cabeza, amenazas con ponerles «la bolsa» y que fueron obligados a permanecer en posturas forzadas.

El movimiento pro amnistía recoge también las denuncias realizadas por los gasteiztarras Néstor Silva, Zumai Olalde y Jon Anda; los donostiarras Eihar Egaña y Aitziber Arrieta; los sestaoarras Idoia Iragorri y Nahaia Aguado; la vecina de Barañain Garbiñe Urra; la amezketarra Irati Mujika; Xumai Matxain, de Zaldibia; y el iruindarra Oier Zuñiga, todos ellos encarcelados el viernes. Sus denuncias de torturas también recogen agresiones sexuales, obligación de realizar ejercicios físicos, «la bolsa» y continuos golpes en la cabeza con un libro, entre otros tipos de maltrato.

Un joven ha denunciado además, según el informe emitido, que de camino a Madrid los agentes pararon el vehículo alertando de que irían a ver el lugar en el se encuentra el militante político desaparecido Jon Anza. Otro testimonio recoge que un joven fue «obligado a coger un arma a modo de chantaje», y otros aseguran haber sido encañonados en el trascurso de los interrogatorios.

El movimiento pro amnistía también relata cómo «un joven fue obligado a tumbarse en una camilla donde los agentes se le echaron encima».

En Andoain 120 personas denunciaron este operativo ayer y hoy realizarán otra marcha, al igual que en Sestao.

A la cárcel por organizar marchas montañeras

«Una auténtica academia terrorista». Así describre el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska a una organización juvenil arraigada en la mayoría de los pueblos del país como es Segi. Marlaska considera que Segi es «un peligro al que se enfrenta la sociedad debido a su fortaleza, a sus estructuras definidas, a sus objetivos a alcanzar y lo más peligroso, con una fuerte base ideológica».

Después de incautarse centenares de camisetas, CDs de música, pegatinas o DVDs que cualquier joven vasco puede adquirir, y es que la mayor parte del auto hecho público por el juez de la Audiencia Nacional la noche del sábado se dedica a inventariar estos elementos, considera que la organización juvenil no es más que «un tentáculo de ETA», hecho que fue difundido por todos los medios. Debido la «su situación ilegal» dice que la mayor parte de su actividad se desarrolla bajo siglas como Duina y Malatxa, colectivos que hace años dejaron de existir y que la mayoría de los jóvenes arrestados ni siquiera conocerán. Y acusa directamente a Segi de organizar marchas montañeras, Gazte Topagunes, días en favor de la independencia o escuelas de verano. GARA

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