La mano de dios, aquella que ahora es puño y que levanta airada su dedo corazón al periodismo deportivo argentino, aquella mano albiceleste que abofeteó al fútbol inglés en el mundial del 86, aquella mano divinamente tramposa acaba de tener descendencia en el brazo incorrupto de Henry, de donde ha nacido otra mano fullera, otro tortazo propinado esta vez al fútbol irlandés.

El fútbol es deporte. Y el deporte, dicen, valores. Al bebé de Unicef que luce en la camiseta de Henry le vendrá bien saber que a falta de pan, buenas son las tortas. Pero no acaban ahí las enseñanzas del deporte, un valor en sí mismo que sirve para que unos tipos que cobran millones puedan ganar aún más promocionando todo tipo de artículos de extrema necesidad en el mercado globalizado al que el bebé de Unicef con suerte -no se sabe si buena o mala podrá acceder algún día. Verbigracia, unas cuchillas de afeitar.

La mano de dios es milagrosa. Lo mismo te mete un gol en la chistera, que desaparece de una promoción publicitaria como la de Gillette. Quien tenga a mano el diabólico Internet, que teclee gillettechampions.com en su versión francesa (/index.aspx?locale=fr_fr&useDart=1) y lo compare, por ejemplo, con la española (/index.aspx?locale=es_es). Mientras en ésta Federer, Woods y Henry sostienen una raqueta, un palo de golf y un balón, en la versión francesa... ¡milagro, el esférico ha desaparecido! Y Henry... esconde su mano en el bolsillo.

Algunos dirán que es cosa de la vergüenza ajena, pero que nadie haga caso. Lo cierto es que Gillette tiene la cuchilla que mejor corta y como buena empresa de Boston, ciudad de inmigrantes irlandeses, ha decidido hacer justicia.