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Tras los sucesos de Leitza

Testigos de Leitza niegan que se sospechara de un atentado

«El guardia civil estaba ido, como si fuera Rambo. Gritaba y se veían fogonazos de disparos. Desde el cuartel le decían `¡baja, quillo, tranquilo!'». Testigos de los hechos de Leitza no entienden cómo se pudo hablar de atentado.

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Ramón SOLA | IRUÑEA

Desde Bruselas, pasado el mediodía de ayer, el ministro de Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, anunciaba que «se des- carta completamente» la hipótesis de un atentado de ETA en Leitza. Eran sus segundas declaraciones en el día de ayer: en las realizadas a primera hora de la mañana, esta opción todavía no se zanjaba del todo. Sin embargo, en la localidad las cosas están muy claras desde el primer momento, y es que hay varios vecinos de las casas cercanas al cuartel que fueron testigos directos de los hechos. Los testimonios recogidos por GARA apuntan a que sufrió algún tipo de delirio o brote sicótico.

Uno de ellos narraba que «me asomé a la ventana cuando escuché disparos. Eran más o menos las 3.30. Ví que había un guardia civil un poco más arriba del cuartel. Hacía mucho ruido con los pies, pateando con fuerza, gritaba sin parar y de vez en cuando se oían tiros y se veían los fogonazos. Pero estaba él solo, era como si fuera Rambo».

El incidente fue visto por varias personas. De hecho, no se trató de un momento puntual, sino que «duró unos 45 minutos», afirma otro testigo. Cree que quizás al principio se pudo pensar en algún intento de ataque, pero no después. «Los compañeros del cuartel le decían que estuviera tranquilo: `Baja, quillo, baja'. Pero nadie subía a ayudarle», añaden, de lo que concluyen que los uniformados sabían perfectamente que todo era producto de su imaginación.

Los vecinos con los que ha podido hablar GARA añaden que el agente se calmó después, y fue entonces cuando acudieron a auxiliarle. «Llegó una ambulancia sin luces y se lo llevó. Después un guardia civil pasó casa por casa y nos dijo que seguramente vendrían periodistas y que no les dijésemos nada».

Tras la confusión inicial (un bloque entero fue desalojado) y pasado el susto, los vecinos coinciden en que se fueron a dormir teniendo claro que todo había sido producto de algún tipo de alucinación del agente. Sin embargo, unas cuantas horas después -pasadas las 7.00- comenzaba a circular la versión de un intento de atentado de ETA, que se mantuvo vigente hasta el mediodía y que todavía ayer no era descartada del todo en muchos medios.

Nafarroa Bai pidió ayer al ministro del Interior que explique en qué momento exacto supieron que no había sido así.

Encontronazos frecuentes

La tirantez en las relaciones entre la Guardia Civil y el vecindario de Leitza ha sido notoria en los últimos años. La oposición al cuartel instalado desde 2003 en la casa Maxurrenea, uno de los mejores edificios del pueblo, movilizó a Leitza a principios de la década. Y posteriormente se han sucedido los altercados y las muestras de protesta. De hecho, el pasado año ya se celebró una manifestación con el lema «Aski da, jazarpen polizialik ez! Utzi bakean Leitza» que denunció la proliferación de controles, interrogatorios o batidas por la zona con el helicóptero.

Entre medio, en setiembre de 2002 un atentado de ETA en Leitza acabó con la vida del guardia civil Juan Carlos Beiro. Le estalló una bomba cuando trataba de retirar una pancarta.

El conflicto de Maxurrenea se desató en 2001, cuando el Gobierno de Nafarroa impuso la cesión de la casa a la Guardia Civil contra el criterio del Ayuntamiento y de la mayoría de los vecinos (se hicieron recogidas de firmas masivas y secundaron las manifestaciones más de 50 colectivos). El edificio debía destinarse a uso cultural, pero el Gobierno Sanz y el Ministerio del Interior determinaron que las necesidades de la Guardia Civil eran más perentorias debido al deterioro del anterior cuartel, situado en la casa Ataka Beltza. Tanto la Corporación municipal de entonces (liderada por la izquierda abertzale) como la posterior (con alcaldía de Nafarroa Bai desde 2003 a 2007) y la actual (de nuevo en manos de la izquierda abertzale) han denunciado aquella decisión.

La Guardia Civil lleva instalada en Leitza más de cien años.

DAN LARGAS

El ministro Rubalcaba eludió ayer precisar si el agente estaba en tratamiento siquiátrico, y dijo que no pueden aclarar más los hechos porque aún deben hablar con el guardia civil, que sólo tiene un brazo roto.

«PATINAZOS»

Leire Ereño e Iñaki Galdos también dieron por bueno que había sido un atentado en el congreso de Hamaikabat. Y Yolanda Barcina (UPN) anunció una visita al agente herido, que después optó por cancelar sin dar explicaciones.

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