Anjel Ordóñez Periodista
Desde cerca se ve una televisión mejor
Euskal Telebista no levanta cabeza desde que Patxi cambió los inodoros en Ajuria Enea. En noviembre registró los peores niveles de audiencia de los últimos quince años, sirviendo en bandeja de plata a los canales españoles, públicos y privados, el liderazgo y los más o menos jugosos beneficios publicitarios. Ante la debacle de la cadena autonómica, algunos de los que antes tenían mando en plaza se frotan las manos y, a cada oportunidad, airean a los cuatro vientos la ristra de fracasos de Surio y su cuadrilla. Me viene a la memoria la venganza de aquel cocinero que, enterado de que el patrón se acostaba con su mujer, le echaba moscas en la sopa. Nada de arsénico, ni uranio, ni phalloides... sólo moscas. Ya saben ustedes a lo que me refiero.
No se puede negar que muchos telespectadores vascos han adoptado una posición activa frente a las mudas que Surio ha operado en la cadena. Cambiar el mapa del tiempo, defenestrar a los periodistas incompatibles con el nuevo régimen, limpiar de colaboradores abertzales las parrillas y anunciar la emisión del recado navideño del Borbón le ha pasado factura al nuevo patrón. No me cabe duda. Y parece de cajón que si Surio opta por eliminar una por una las diferencias con el resto de la oferta audiovisual, la audiencia debería responder eligiendo el original y desprenciando la copia. Pero eso sólo es teoría. Ejemplos hay a patadas para demostrar que el comportamiento de las audiencias obedece a factores muy complejos, por no decir caprichosos.
No me convence demasiado el boicot que algunos proponen contra los medios de comunicación públicos en la CAV. Si ahora hay razones, también las hubo antes y donde ahora ha plantado Surio su afilada pica, antes lo hizo Ortuzar hasta el mango. Me seducen más los caminos en positivo, aunque supongan retos en apariencia más difíciles, y me fijo en ofertas reales como la de Hamaika Telebista. En las televisiones locales euskaldunes está el germen de la verdadera alternativa de futuro a una oferta audiovisual monolítica que tiene el alma siempre demasiado lejos de Euskal Herria.