«Nollywood», austeridad, identidad
Iñaki LAZKANO | Kazetaria eta Gizarte eta Komunikazio Zientzien irakaslea
Neruda creía que la ruta pasaba por el ser humano, y que de allí tenía que salir el destino. Sin embargo, la naturaleza suele ser caprichosa e indomable. Nos seduce y nos aleja del camino establecido. Algunas veces el azar toca nuestra puerta y ni siquiera nos permite despedirnos. Es el caso de Iratxe Fresneda, inquilina habitual de esta columna, que se ausentará durante un breve periodo. El aquí firmante ocupará su lugar hasta su vuelta inminente. Sólo os puedo asegurar una cosa. La echaréis de menos.
Siempre que reflexionamos sobre la ausencia, resulta ineludible referirnos al cine africano. Es un cine que difícilmente se estrena entre nosotros. Invisible. Inexistente. Espoleados por la ignorancia, podríamos aventurarnos a sostener que la producción cinematográfica de la África subsahariana es un páramo. Nada más lejos de la realidad. La pujanza de Nollywood -término acuñado por el periodista del New York Times Matt Steinglass- es uno de los fenómenos más interesantes del panorama actual.
Nollywood es la industria de cine de Nigeria y produce 1.200 películas anuales. Tan sólo Bollywood supera sus cifras. Las claves del éxito de la fábrica de sueños nigeriana residen en su peculiar producción y en la idiosincrasia de sus filmes. Las películas tienen un presupuesto ínfimo, se producen en formato vídeo (cada vez más en DVD) y se venden directamente a los consumidores en los mercados o se emiten por televisión.
Las historias humanas enraizadas en la vida real constituyen la temática predominante en dichas películas. Se trata de un cine popular que asimila los temas y los géneros del cine estadounidense, pero que, a su vez, ofrece una importancia esencial a lo autóctono. Esa hibridación de culturas ya estaba muy presente en «Living in Bondage» (1992); melodrama familiar sazonado con magia negra sobre cuya base se edificó Nollywood.
No obstante, el carácter localista de los filmes de Nollywood ha provocado el rechazo de la intelligentsia occidental proclive a una concepción más universal del arte. La universalidad, empero, no parece ser la causa de tal repudio. El cineasta nigeriano Newton I. Aduaka desvelaba en una reciente entrevista la verdadera razón: «La industria de la imagen hecha por africanos para africanos amenaza al cine occidental». De hecho, no se trata de una pugna entre lo local y lo universal, sino, precisamente, de la resistencia de lo identitario frente a una acepción uniformadora de lo universal.