Somalia, al borde del colapso
El atentado que ayer se cobró la vida de al menos 20 personas y causó decenas de heridos en el hotel Shamo de Mogadiscio ofrece, más allá de las primeras consideraciones sobre su magnitud y violencia, valiosas claves sobre la realidad política en Somalia, un país en permanente guerra civil desde hace 18 años. Una realidad que apenas sale a la luz en ocasiones como ésta, o cuando afecta directamente a Occidente, como en el caso de los secuestros de navíos por piratas somalíes.
El lugar elegido para el ataque no es, ni mucho menos, casual. El hotel Shamo se encuentra enclavado en uno de los pocos barrios de Mogadiscio que permanecían bajo el hipotético control de las fuerzas armadas de un Gobierno que ha perdido tres de sus ministros como consecuencia de la explosión. El golpe, por lo tanto, refuerza desde el punto de vista militar las posiciones de las milicias islamistas, que ya controlaban todo el sur del territorio, y pone de relieve la debilidad de un Ejecutivo artificial, inestable y sin autoridad efectiva para controlar el país, que precisamente encuentra su mayor debilidad en su obediencia a los intereses extranjeros. Unos intereses que juegan sus bazas geopolíticas en la zona sin atender apenas al drama que se cierne sobre un país al borde del desastre humanitario, con la vida de 3,6 millones de somalíes en inminente peligro.