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Se extiende la duda sobre la capacidad del Gobierno iraquí para garantizar la seguridad

GARA | BAGDAD

El primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, se tuvo que enfrentar ayer a sus adversarios políticos, que consideran que los atentados del martes, que provocaron 127 muertos en Bagdad, muestran la incapacidad de su Gobierno para garantizar la seguridad.

«Llamo a todos los políticos a que eviten utilizar estos desastres para crear conflictos en el marco de la campaña electoral. Si el templo se hunde, caerá sobre la cabeza de todo el mundo y ninguna candidatura se salvará», declaró Al-Maliki en una comparecencia televisada.

Junto a ello, deseó que «los países vecinos que han condenado estos atentados detengan a los terroristas que vienen de allí». El martes, Siria condenó los atentados.

Tras el doble atentado del 19 de agosto contra dos ministerios que provocó más de cien muertos, Bagdad acusó a Damasco de hacer la vista gorda ante los seguidores del Baaz de Saddam Hussein, que, según denunciaron, planifican desde Siria los atentados que se cometen en Irak.

Después de los atentados del martes, los diputados arremetieron contra el Gobierno y pidieron que Al-Maliki y los ministros responsables de la seguridad comparezcan mañana.

«Los diputados han montado en cólera y la población todavía más. Queremos saber qué pasa. ¿Qué sucede con el plan de seguridad? ¿Se ha revisado después de los atentados de agosto y octubre? ¿Cuáles son los resultados de estas investigaciones? ¿Por qué se producen tantas explosiones?», declaró a France Presse el diputado kurdo Mahmud Othman.

La Constitución iraquí otorga al Parlamento la posibilidad de hacer que comparezcan los miembros del Gobierno. El ministro de Interior, Jawad al-Bolani, responsable de la Policía, afirmó a France Presse que está «dispuesto a presentarse ante los diputados a condición de que la sesión sea pública».

En otro atentado, dos personas murieron ayer y otras siete resultaron heridas por la explosión de un bomba y un policía murió por disparos de un francotirador en Azamiyah, un barrio sunní del norte de Bagdad.

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