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Txisko FERNÁNDEZ I Periodista

El gélido día de la marmota madrileña

No hace falta esperar a que la marmota salga de su madriguera el 2 de febrero -según marca una tradición europea que pervive en Norteamética- para saber que éste volverá a ser un invierno crudo en Euskal Herria. El próximo martes, en la Audiencia Nacional española, volverá a repetirse la imagen: un grupo de ciudadanos vascos sentados ante un tribunal especial, un tribunal que no atenderá sus relatos de cómo fueron sacados en plena noche de sus casas para ser torturados, de cómo se violó la libertad de expresión, de cómo se cerró un medio de comunicación...

Los magistrados sólo asomarán la cabeza fuera de su guarida mental para escuchar cómo los imparciales peritos de la Guardia Civil repiten la leyenda del «entorno» construida por los jueces estelares y los ministros de Justicia y/o Interior.

A las puertas del tribunal madrileño se repetirán los mensajes y abrazos de solidaridad con los procesados, se volverán a escuchar los llamamientos a levantar un muro en Euskal Herria contra tanta injusticia, habrá largas esperas en las que se colarán la esperanza y la desesperanza... Y en las calles de Bilbo, el domingo siguiente, se reunirán una vez más miles y miles de ciudadanas y ciudadanos vascos para exigir que se respeten los derechos de este pueblo.

De esta forma, la vista oral contra «Euskaldunon Egunkaria» prolongará el peculiar rito de la marmota que nos ha impuesto el Estado español. Peculiar porque aquí lo revivimos cada mes, o cada semana, y no una vez al año. Es tal la cantidad de sumarios y juicios que se suceden con la misma base acusatoria -la citada teoría del «entorno»- y el mismo objetivo -acabar con el independentismo vasco- que estamos a punto de convertirnos en personajes de un remake europeo de «El día de la marmota», esa tragicomedia en la que, al despertarse cada mañana, el protagonista se ve condenado a revivir el día anterior. El largometraje hollywoodiense tiene un final feliz. Aquí será muy difícil ponerle ese broche mientras el guión lo dicten las marmotas de un tribunal inquisitorial.

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