Como si estuvieran esperando el tema que el rival pudiera plantear, ofreciendo una sensación de improvisación total, y confiando todo a la capacidad para salir del apuro que pudiera aflorar en los momentos clave. No eran bertsolaris, no. Eran los jugadores del Bizkaia Bilbao Basket, que dando varios indicios de no haber preparado suficientemente el partido, y sin ofrecer signos claros de a qué quisieron jugar en el día de ayer, vieron cómo el Unicaja se llevaba el triunfo del BEC.

Los de Txus Vidorreta encendieron la mecha del acierto en los primeros minutos. Apoyándose en la buena labor de un gran Álex Mumbrú lograron comandar el marcador con un bonito 7-14 en los compases iniciales. Visto lo visto, Aíto García Reneses reflexionó sobre sus planteamientos iniciales, y decidió dar entrada a Shammond Williams y César Lima. Las incisiones en la arteria bilbaina no se hicieron esperar, y tanto Jiri Welsch como Carlos Jiménez quisieron unirse a la fiesta. Entre los puntos que acumulaba el primero, y la defensa que mostraba el segundo, pronto dieron la vuelta a la tortilla. 20-22 tras el primer cuarto.

La rocosidad del Unicaja fue en aumento. Sus interiores comenzaron a barrer todas las intentonas del equipo local, y los exteriores fueron sumando desde la lejanía. El Bilbao Basket se volvió tímido en sus opciones, y lejos del descaro que tan característico ha sido en este equipo, los ataques que realizaba se tornaron oscuros y acomplejados.

La iniciativa pertenecía al Unicaja, pero ya fuera por el poco acierto de los malagueños, su incapacidad de rematar las jugadas, o algunas individualidades de los locales, los bilbainos tuvieron siempre a la vista el rival, y el descanso se presentaba con un 35-41. Observar los datos de valoración ¯25-54 para el Unicaja¯ era bastante motivo para dar las gracias de mantener a los de Aíto tan cerca.

Las dos caras tras el descanso

El isotónico sentó bien a los de negro, y en la reanudación llegaron los mejores minutos de los locales. Robert Conley se aprovechó de su diferencial físico, y lideró el ataque bilbaino. También apretaron más en defensa y llegaron a tener a tiro a los andaluces (44-45).

Pero si antes fue el Unicaja el que no remató a la víctima inconsciente, esta vez fue el Bilbao Basket, el que no dio continuidad a la remontada. Printezis despertó en el cuadro verde y con él se animaron Freeland y Berni Rodríguez. La ventaja volvió a crecer, y el Bilbao Basket quedó preso de su impotencia. El querer y no poder llegó a su máxima expresión. Los hombres de negro corrían como pollos sin cabeza, y el deseo de recortar distancias con rapidez no hizo más que aumentar las situaciones de precipitación y de bloqueo. De ahí en adelante el Unicaja se limitó a gestionar la distancia, y con un juego solvente mostró que lo vivido en el inicio de temporada no fue más que un proceso de reajuste de sus nuevas piezas.

Tras una buena última semana, el tropiezo de ayer es perdonable para este Bilbao Basket, que aún sin jugar bien, está cerca de lograr triunfos. Conste que no es ésa una mala señal.