Barack Obama busca la apertura de un «Guantánamo Norte» en Illinois
Una parte de los prisioneros en el centro de detención de Guantánamo serán transferidos a una cárcel que el Gobierno estadounidense adquirirá en el estado de Illinois, en el norte de Estados Unidos, según informó un funcionario en el día de ayer. Para ello, la Administración Obama necesitará el beneplácito del Congreso para que le autorice a introducir en el país a los reclusos en la base militar de la bahía.
GARA
El Gobierno de Obama adquirirá un centro penitenciario en Illinois, al norte de los Estados Unidos, para trasladar allí a aquellos prisioneros de la base militar de Guantánamo que no serán puestos en libertad. Para llevar a cabo este plan, Washington necesita que el Congreso dé luz verde a la entrada de dichos presos en territorio estadounidense.
Según informó un funcionario que pidió mantener el anonimato, «el presidente ordenó al Gobierno proceder a la adquisición del Centro Correccional de Thomson (Illinois)». Según precisó, el objetivo de esta operación sería «acoger a un número limitado de los detenidos en Guantánamo».
A día de hoy, y según los datos facilitados por el secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, hay 210 personas presas en la cárcel de la Bahía de Guantánamo. 116 de ellas son susceptibles de ser liberadas o extraditadas, tanto a sus lugares de origen como a terceros países. Algunas decenas estarían aún pendientes de ser sometidas a juicio.
Hay una parte de los reclusos que el Gobierno de Obama considera «demasiado peligrosos» para dejarlos en libertad, aunque el Ejecutivo no tenga suficientes pruebas contra ellos para celebrar un juicio, y se espera que continúen en prisión de manera indefinida, en el marco de la Ley de la Guerra.
Tras la filtración del funcionario, la prensa estadounidense aseguró que, sin duda, serían los pertenecientes a esta categoría quienes recalarán en el centro penitenciario de Illinois.
El rotativo «The Chicago Tribune» afirmó que la cifra de presos que llegaría al norteño estado oscilarían entre 35 y 90, siempre y cuando el Congreso permita a Obama llevar a cabo sus intenciones.
Hasta el momento, la Administración del presidente estadounidense ha estado maniatada y con poco margen de maniobra a la hora hacer realidad su promesa de cerrar la prisión de Guantánamo, hasta el punto de tener que posponer de manera indefinida la fecha establecida para ello: el 22 de enero de 2010. Además, muchos congresistas se mostraron a favor de prohibir la entrada de los detenidos a suelo estadounidense, salvo para ser juzgados.
«Guantánamo Norte»
«La Administración no ha conseguido explicar por qué sería más seguro transportar a los terroristas a Guantánamo del Norte que mantenerlos fuera de nuestras fronteras», estimó ayer en un comunicado el senador Mitch McConnell, jefe de la minoría republicana en el Senado.
«Cerrar la prisión de Guantánamo es esencial para proteger nuestra seguridad nacional (...)», explicó un responsable de la Administración bajo el anonimato. Esta misma fuente precisó que el cierre de la cárcel de la base militar supondría dejar a Al-Qaeda «sin su principal herramienta de reclutamiento». De este modo, dio a entender que al-Qaeda emplearía la existencia este centro penitenciario para reclutar a más integrantes.
«Es hora de que el Congreso se una al presidente (...) para borrar esta mancha en la reputación estadounidense ante el mundo», apuntó en un comunicado la Campaña Nacional para Cerrar Guantánamo.
En el mismo día de ayer, Obama envió una carta al gobernador de Illinois en la que le aseguraba que ninguno de los reclusos quedaría libres en suelo estadounidense.
A mediados de noviembre, el senador por Illinois Dick Durbin dijo públicamente que menos de un centenar de presos serían «bien recibidos».
El primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, se mostró dispuesto a acoger a un recluso de la prisión de Guantánamo en su país, en respuesta a una demanda de Washington que deberá dirimir el Parlamento de Sofía.
El Tribunal Supremo de EEUU puso fin ayer a las apelaciones de cuatro británicos que alegan que fueron torturados durante su detención en la base naval de Guantánamo entre 2002 y 2004.
Las diferencias entre los senadores demócratas a cuenta del proyecto de reforma sanitaria podrían suponer la eliminación de una revisión del «plan Medicare», ya que la ampliación de este seguro público a personas mayores de 55 años amenaza la mayoría de 60 votos necesaria, según reconoció el congresista Max Baucus. La intención demócrata es aprobar la propuesta en el Senado antes de que concluya el año.
Los demócratas disponen de 60 de los 100 escaños de la cámara, por lo que se hace imprescindible el voto en bloque. Además de Liberman, otros senadores del partido aún no han dado un «sí» definitivo, como el congresista Ben Nelson, que ha aplazado su decisión hasta conocer el coste final del proyecto.
La Cámara Alta lleva dos semanas discutiendo la reforma sanitaria, la promesa más ambiciosa de Barack Obama desde que accediese a la Casa Blanca. La medida supondría la extensión de la cobertura médica a 30 millones de estadounidenses que, hoy por hoy, carecen de seguro médico. Además, vetaría la posibilidad de que los seguros nieguen el acceso de personas con historiales médicos complejos. GARA