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El plante sin precedentes del clero guipuzcoano llegará hasta Roma

La convulsión en el seno de la Iglesia guipuzcoana no cesa. Las gestiones de Juan María Uriarte -que se despide el 2 de enero con una misa en el Buen Pastor- ante su comunidad diocesana, pidiendo «prudencia y templanza» ante el nombramiento de José Ignacio Munilla, no han logrado frenar el plante de la mayoría del clero. Tras la declaración de los párrocos, se trabaja en otra dirigida a Roma para que recapacite.

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Agustín GOIKOETXEA |

La comunión lograda por Juan María Uriarte con su rebaño llevó a la mayor parte de los párrocos, arciprestes, profesores y directores de distintos secretariados y áreas a confiar en las gestiones del de Fruiz ante la curia vaticana para buscar un sucesor «de consenso». Los contactos ante el cardenal ezpeletarra Roger Etchegaray no dieron los frutos deseados y los rumores que muchos en Gipuzkoa no querían dar por ciertos se confirmaron.

La reacción no se hizo esperar tras el jarro de agua fría que supuso el 21 de noviembre el anuncio de Roma de que José Ignacio Munilla Aguirre pasaba a ser el nuevo pastor de la diócesis. Comenzaron los contactos para elaborar un manifiesto del clero pero, según fuentes conocedoras del proceso, las discrepancias en cuanto al contenido del escrito lo retrasó hasta el pasado martes, 15 de diciembre. Quienes no perdieron el tiempo fueron los 259 cristianos guipuzcoanos que dos días después de que se hiciera pública la designación del prelado ultraconservador presentaron una declaración que suma ya alrededor de 2.200 adhesiones.

Desde todos los ámbitos se ha destacado el importante apoyo cosechado por el documento, cuyo espíritu pudiera ser compartido por el 90% del clero del herrialde, resaltan algunos religiosos. «Hay cargos que no han firmado por no estar de acuerdo en alguno de los puntos del manifiesto por considerarlo templado o porque no firman nunca ninguno o porque no ven que sea efectivo el hacerlo», argumentan.

No serán los únicos escritos contra la elección de Munilla que se prevén, ya que se trabaja en otro dirigido a Roma para que recapacite ante el divorcio que se puede producir en el seno de la Iglesia guipuzcoana entre su nuevo pastor y la comunidad a la que debe dirigir. Existe entre algunos sectores la esperanza de que se repita el caso de la renuncia en marzo de Gerhard María Wagner, de 54 años, como obispo auxiliar de Linz, aceptada por Benedicto XVI.

El prelado austríaco fue criticado por amplios sectores religiosos y políticos por considerar «satánico» a Harry Potter, calificar la homosexualidad de enfermedad y proclamar que el hucarán ``Katrina'', que devastó Nueva Orleans, era «un castigo divino». «Es muy difícil que el caso se repita», subrayan, incidiendo en que el retorno de Munilla se enmarca en una estrategia global de asimilación de la Iglesia vasca a los postulados de la española de Rouco Varela.

«Munilla no es de los que se echan atrás, tiene las cosas claras, sabe cuál es su misión en San Sebastián y está dispuesto a cumplirla, aunque ello le lleve al martirio», aseguran desde los círculos más próximos al que fue párroco de Zumarraga. Los hay que llegan a pedir a Juan María Uriarte que trate de apagar el incendio provocado por el Vaticano en Gipuzkoa, conscientes de que «un obispo no es nadie sin sus sacerdotes».

Uriarte, decepcionado

Uriarte, actual administrador apostólico hasta la consagración episcopal de Munilla el 9 de enero en el Buen Pastor, «está cansado y decepcionado porque su vía `diplomática' ha fallado y porque su freno al clero no ha traído nada. Deja -explican- una nefasta herencia después de pedir confianza».

La diócesis, señalan desde su propio seno, es «una olla a presión por la fallida espera». Además, los ataques desde sectores reaccionarios españoles se han intensificado tras el documento de los párrocos, con descalificaciones personales a algunos de los que rubrican el escrito. «Es lógico que, ante la magnitud del plante sin precedentes del clero por el nombramiento, mucha gente recurra al ataque personal. El problema no es el clero que se planta, sino el motivo que le ha llevado a ello», comenta el franciscaso Joxe Arregi.

Una de las reacciones más sobresalientes al documento de la mayoría de los curas guipuzcoanos ha sido la de la Cadena Cope -emisora de la Conferencia Episcopal Española (CEE)- que elaboró una editorial de apoyo a Munilla. Así, la radio que ha sido azote de todo lo que huele a vasco y progresista se preguntó si «es de recibo que un grupo minoritario, aunque importante de presbíteros, presente sus inquietudes a los medios en lugar de buscar el diálogo personal con su obispo».

La voz de la CEE que preside Antonio María Rouco Varela dice que los párrocos no pueden «pretender representar el sentir de la diócesis, y menos aún oponer resistencia a un nombramiento episcopal, formal y materialmente intachable». La Cope defiende con firmeza la designación efectuada por Joseph Ratzinger, diciendo que «lo demás son falacias que pretenden encubrir, bajo la apariencia de una pretendida pureza evangélica, intereses de otro tipo».

Para el profesor de Teología en la Universidad de Deusto, «el verdadero atentado contra la comunión eclesial es el propio nombramiento del obispo, una auténtica provocación deshonesta». Además, como cada vez que se produce una designación polémica por parte del Papa, la raíz del problema la sitúa en el sistema vigente de elección de los obispos.

En una carta abierta al propio monseñor, Arregi llegó a plantear a Munilla que «su nombramiento me parece un abuso hiriente y una burda provocación», añadiendo en su reflexión pública que «todo nos hace pensar que su designación responde a una oscura estrategia largamente diseñada y fríamente aplicada. Todo hace pensar que de Roma vino lo que a Roma fue -sucede siempre, y esta vez quizá más-, que su nombramiento se sitúa dentro de la política vaticana de restauración de la Iglesia preconciliar, que su destino en San Sebastián ya estaba previsto cuando le nombraron obispo de Palencia hace tres años, que su candidatura ha sido impuesta sobre otras por las poderosas influencias de monseñor Rouco Varela en los dicasterios curiales y en los palacios del Vaticano».

La vuelta de los alzacuellos

Una de las consecuencias del manifiesto de esta semana puede ser, aventura otro sacerdote consultado por GARA, «la venida de curas de la línea Munilla para hacer gobernable este `reducto'». Al margen de los manifiestos, en el seno del clero se barajan otras iniciativas, como la convocatoria de reuniones para reflexionar acerca del futuro de la diócesis en la cuarentena de unidades pastorales -unidades de coordinación entre parroquias que tienen afinidades- en que se divide Gipuzkoa.

Se espera una llegada de curas provenientes del Seminario Mayor San Ildefonso de Toledo, donde José Ignacio Munilla se formó por no compartir la línea del seminario de Donostia. Uno de los hombres del nuevo prelado, según indican desde la comunidad católica guipuzcoana, es el sacerdote diocesano Joseba González, que imparte sus enseñanzas en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Pio X de Donostia.

El futuro de la diócesis es incierto. Hay quien aventura que los religiosos, por ejemplo, retornarán a colegios y otras instituciones de las que salieron para servir a la maquinaria eclesial guipuzcoana. Lo que dan por seguro es que, a partir del 9 de enero, se vivirán momentos «convulsos». «Surgirá el debate, las reacciones, gente que tirará la toalla, quienes se vayan a misiones y también -subraya alguno de los firmantes del manifiesto- quienes intenten responder desde sus convicciones y entre en movimientos en movimientos pluralistas como Eliza Gara,...», comentan.

El papel de laicos y mujeres en la nueva estructura de la diócesis es un gran interrogante, partiendo de los principios teológicos que rige la práctica del nuevo obispo.

Polémica por el ordenador de Munilla con datos confidenciales

Una de las voces más críticas con el nombramiento de José Ignacio Munilla ha sido el teólogo Joxe Arregi. El franciscano ha destapado esta semana la caja de los truenos al recordar que no son pocos en la diócesis guipuzcoana que conocen que, en 2004, cuando fue designado prelado de Palencia «olvidó» en su ordenador de la parroquia del Salvador, en Zumarraga, una carpeta con el nombre de «mafia», que contenía «conspiraciones» y «maniobras eclesiales turbias», así como «fichas» de algunos de sus compañeros de presbiterio. Mandó a una persona «para hacer una copia y borrarla» pero fue sorprendida.

Las declaraciones las hizo en una entrevista a catalunyareligio.cat. «Fue una larga y distendida conversación de hora y media», explica el profesor de la Universidad de Deusto. Arregi aclaró en contacto con GARA que «yo no acuso a nadie, sino que simplemente denuncio un hecho que considero grave. La gravedad no consiste en que un cura tenga en el ordenador parroquial una carpeta en que recoja los documentos y los informes que le parezcan. Lo grave es que -subraya- tras el nombramiento, todo adquiere la pinta de ser una trama que venía de lejos, y eso es lo que denuncio».

El franciscano confiesa que tuvo conocimiento de esa carpeta de varias fuentes «que me resultan absolutamente fidedignas, pero nunca revelaré sus nombres, ni tengo intención de aportar más datos ni de enredarme en esa cuestión». Añadió que la existencia de esa carpeta «es conocida de mucha gente desde hace tiempo. No estoy absolutamente seguro de que el hecho de hacerlo público sea correcto, pero me parece que la gravedad de la situación eclesial planteada lo requería. No hay Iglesia donde hay tramas ni donde hay miedo». A.G.

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