Fede de los Ríos
A los pedros (perdón, peios) del País Vasco virtual
[Las personas de la izquierda abertzale] incomodan a los recién llegados al mundo de los condenadores profesionales de la violencia venga de donde venga, producto final del alambique destilador de toda la hipocresía que generaron el tiempo y la impostura
En algunos ámbitos institucionales del país, ya sean políticos o culturales, las personas de la izquierda abertzale son negadas muchas más de las tres veces que lo fue Cristo. El gallo no ha parado de cantar. Se han tornado testigos incómodos de una realidad más maquillada que el presidente de Italia después de recibir el souvenir del Duomo de Milano en plena jeta.
Para un sector euskaltzale guay, la sola presencia física de alguno de los apestados por España y su revolución nacional-sindicalista resulta especialmente incómoda. Si se les recibe en privado, en público se les niega. Su presencia hace tiempo que se volvió invisible. Los que apostaron en la resistencia al franquismo con vida y hacienda y, a día de hoy, aguantan con dignidad frente a la actual ofensiva de lo que más que socialdemocracia es socialfascismo de los López, Ares y Jiménez, incomodan a los recién llegados al mundo de la política, al mundo de los condenadores profesionales de la violencia venga de donde venga, producto final del alambique destilador de toda la hipocresía que generaron el tiempo y la impostura. Ese sector exquisito de amantes de lo vasco, como sustantivo asexuado; a los que les parece mal, muy mal, la tortura aplicada sobre los cuerpos y las mentes de sujetos no afines a la izquierda abertzale y mal, tan sólo mal, cuando los que la sufren sí lo son. Para estos miserables siempre educados, maestros del eufemismo, pertenecientes a organizaciones que condenan la actuación desproporcionada de la Policía consistente en matar a hostias a quien se atreve a manifestarse contra el poder en cualesquiera de sus formas. ¿Cuál sería una proporcionada actuación?
Si las voces más críticas de EiTB son purgadas por el nuevo director, es decir, mandadas a la puta calle con argucias y mentiras ¿cuál debe ser el papel del resto de voces críticas? ¿Decir con la boca pequeña que lo sienten o abandonar el medio de propaganda por miedo a que su presencia legitime la operación depuración y limpieza democráticas? Dice un amigo que resulta un caso insólito, en la historia contemporánea posterior a la descolonización, el que un director de un medio público no tenga ni pajolera idea acerca de lo que dicen en dos de sus tres canales de comunicación, lo mismo en radio que en televisión, porque no entiende su lenguaje comunicativo. Debe ser la cosa de la pluralidad y el cosmopolitismo. Al fin y al cabo los curas dan cursillos prematrimoniales y los banqueros hablan de la necesidad de ética y honradez en asuntos de economía.
Ilegalizan a una parte más que significativa de la población y hay quien tiene redaños para ir a hablar con el ilegalizador, a petición de éste, acerca de la política a seguir con los ilegalizados. Y todo por cuestión de educación. Qué cosas tiene la educación y la urbanidad que hacen cambiar el lado de la barricada aunque sea por unos breves momentos. A los carentes de las mismas nos cuesta un poquito el entenderlo.
Por la paz un ave maría, vale, pero el Credo y el Aita Gurea los va a rezar su puta madre.