Mertxe AIZPURUA | Periodista
Aminatu no es un cuento de Navidad
Muchos querrían que hubiera sido así. Que realmente Aminatu Haidar sólo aspirara a reunirse con su familia, a volver a su casa, y que esto fuera todo lo que había detrás de su tenaz decisión. Por eso lo cuentan como lo han contado. Como si la historia fuese un cuento de Navidad al que había que buscarle un final feliz. Una madre en huelga de hambre por querer regresar junto a sus hijos conmueve conciencias y espolea sentimientos. Claro. Es Aminatu y su triste historia. Y nos la han presentado como un desgarrado drama personal. Como si Aminatu, con su lucha hasta arriesgar la vida, no gritara por la existencia de un pueblo ocupado, despojado de su tierra, condenado a la nada, obligado a no ser, a no existir. Como si Aminatu, con su negativa a ingerir alimentos, no expresara además su decisión de no tragar la indignidad a la que Marruecos quiere someter a su pueblo. Como si Madrid no actuara obscenamente en este conflicto ocultado y como si la repugnante inacción de Europa no existiera tampoco. Como si Aminatu fuera una especie de inmigrante ilegal tambaleante y no el rostro amargo de sus compatriotas abandonados en el desierto y de los maltratados, torturados y violentados, hoy mismo, en territorio ocupado. Aminatu ha vuelto a El Aaiún, pero seguirá siendo una mujer sin tierra y sin libertad. Eso es Aminatu, una historia que no tendrá final feliz hasta que los saharauis, los ulad el mizna -hijos de la nube- de su tradición, recuperen por fin la arena que peinan aquellos vientos. Quien quiera cuentos de Navidad, que vuelva su mirada hacia la fantasiosa tomadura de pelo de Carla Bruni y su amigo mendigo. La de Aminatu no lo es.