Como ocurrió el lunes en las Juntas Generales de Araba y como se repetirá hoy en las de Bizkaia, el PNV y el PSOE se apoyaron mutuamente ayer para sa- car adelante los presupuestos para 2010 en dos instituciones. El PNV avaló los del Gobierno español en la votación final del Congreso de los Diputados -lo que apuntala su papel de socio principal del Gabinete de Zapatero-, mientras que la abstención del PSE dio luz verde al proyecto del jeltzale Markel Olano en la Diputación de Gipuzkoa.

En Madrid se solventó el último trámite del debate presupuestario, que había quedado decantado en realidad desde octubre, cuando tanto PNV como Coalición Canaria dieron su respaldo al proyecto de José Luis Rodríguez Zapatero. Una vez sabido que éste saldría adelante, al consenso se han ido incorporando grupos como ERC-IU-ICV o BNG, que si bien se opusieron al texto en su conjunto, respaldaron el proyecto al pactar varias enmiendas con el PSOE.

Así, la posición del PNV ha resultado determinante, y el Gobierno de Zapatero ha terminado sacando adelante sus presupuestos con mucha comodidad pese a las dificultades que se le vaticinaban, también desde el PNV, cuando el PSOE tomó la decisión de tomar Ajuria Enea.

José Antonio Alonso, portavoz del PSOE en el Congreso, se jactó de esta circunstancia. «Con estos presupuestos se lanza un mensaje de estabilidad a los agentes económicos para seguir luchando contra la crisis y se envía otro mensaje de fortaleza política, al demostrar que el Gobierno sabe llegar a acuerdos, mientras que el PP sigue sin arrimar el hombro».

El acuerdo con los jeltzales fue el que desbrozó todo el camino al Gobierno del PSOE, que en principio veía más que complicado sacar adelante el tercer presupuesto de la legislatura. Finalmente, en todo el trámite el proyecto ha tenido que pasar unas 700 votaciones, entre totales y parciales, y no ha perdido ni una. «Sí, está muy bien», dijo Zapatero ayer, al acabar el debate. Todas las felicitaciones eran para la vicepresidenta económica, Elena Salgado, que se estrenaba en estas lides.

El PNV no sólo ha dado su aval a estos presupuestos, sino que ha sido decisivo para sacar adelante las últimas leyes y reformas del Ejecutivo español. El último ejemplo fue la reforma de la Ley del Aborto.

En Gipuzkoa

A la misma hora, los presupuestos de la Diputación de Gipuzkoa para 2010 eran aprobados por las Juntas Generales con el voto a favor de los partidos que sostienen el gobierno de la Diputación, PNV y H1!, y la necesaria abstención del PSE, que afirma cumplir así con el llamado «pacto de estabilidad» pese a no compartir totalmente el contenido del proyecto.

La norma contiene un presupuesto de gasto de 904,3 millones de euros, un 1,01% más que en 2009, pero con el recurso a la deuda por valor de 150 millones de euros. Ha sufrido modificaciones por valor de 3,2 millones de euros al incluirse la pasada semana 25 enmiendas parciales, y fue finalmente aprobado gracias a la abstención de los dieciséis junteros del PSE.

Su portavoz, Julio Astudillo, calificó las cuentas aprobadas como «presupuestos para la publicidad y propaganda del diputado general», a quien reprochó que no haya contado con el partido más votado en Gipuzkoa en el diseño del proyecto. «Ni siquiera lo ha intentado», espetó a Markel Olano.

El resto de grupos de la oposición, el PP y los integrados en el Grupo Mixto (Aralar, EB y Alternatiba), reiteraron en el debate sus argumentos contrarios y votaron no.

Al finalizar el pleno, el diputado general calificó la aprobación de »magnífica noticia para Gipuzkoa», al tiempo que resaltó que se trata de «un esfuerzo de austeridad muy importante», en primer lugar en la propia Diputación, ya que ha reducido el gasto corriente de la administración foral en un 12%. Por contra, esgrimió al mismo tiempo que se trata de unos planteamientos «ambiciosos» para hacer frente a la crisis y auguró que este 2010 será el año en que Gipuzkoa comience a salir de la misma.

El diputado general explicó que se aceptaron enmiendas de todos los grupos excepto de Alternatiba, que no planteó ninguna, en lo que Markel Olano calificó como un «gesto político» a tener en cuenta.