Todo aquel que quiera saber lo que opina Arnaldo Otegi sobre la realidad sociopolítica vasca tiene varias fuentes posibles. En primer lugar, sus pensamientos vienen recogidos en el libro «Mañana, Euskal Herria» (GARA, 2005), realizado a través de una larga entrevista por los periodistas Iñaki Iriondo y Ramón Sola. Quien haya seguido la trayectoria del político de Elgoibar, y es de suponer que periodistas y analistas políticos que viven de ser «expertos en el conflicto vasco» entran en esa categoría, sabrá de sobra que su pensamiento no ha cambiado en lo sustancial. En todo caso, aquellos que no se fíen pueden acceder a diversas alocuciones más recientes en formato audiovisual, desde la presentación que está abriendo las asambleas para el debate de la izquierda abertzale en pueblos y barrios de Euskal Herria (www.ezkerabertzalea.info/altsasu.php) hasta el DVD con su intervención en el Kursaal, de la que pronto hará un año.

Por último, aquellos que crean que lo que piensa Arnaldo Otegi es relevante para la política vasca lo primero que deben hacer es pedir su inmediata excarcelación. En caso de que quien eso piense sea periodista o responsable de un medio de comunicación, lo honesto es editorializar en ese sentido, intentar acceder a fuentes directas -empezando por él- y no dar pábulo a intoxicaciones interesadas, sean éstas policiales o provengan de conspiradores de taberna. Utilizar de manera perversa frases mutiladas de una comunicación particular no entra, ni desde un punto de vista deontológico ni desde un punto de vista de responsabilidad política y moral, dentro de las cosas que pueden ser consideradas honestas. Si tienen dudas, pueden recurrir al consejo del propio Otegi, que a preguntas de la directora de «La Jornada», Carmen Lira, dijo en el acto del Kursaal: «Sólo concibo un proceso en términos públicos si previamente hay un pacto de honestidad informativa entre los medios de comunicación. Es muy sencillo: por ejemplo, que no se publique nada que no esté contrastado con las dos partes».