Raimundo Fitero
El elegido
Lo confieso: tengo muchos amigos. Y han hecho un gran esfuerzo. Por culpa de la crisis (me escribían en el mensaje sms), tuvieron que hacer una selección de personas a las que felicitarle el año, y yo fui el elegido. Me siento comprometido con todos ellos, porque es una inversión muy grande la que han tenido que hacer. Aunque yo, contestando a todos, me he colocado al borde de la recesión particular. Pero si uno es elegido por los demás, debe estar a la altura de las circunstancias y corresponder en la misma medida, aunque la próxima factura de la operadora de telefonía sea un escándalo. Todo sea por empezar un año sintiéndose el elegido.
Las campanadas son un ritual, pero me ha entrado una gran duda metodológica: ¿las retransmisiones son en directo o están garbadas? No he sido elegido precisamente para poder resolver en día tan señalado problema tan complicado, pero si hace unos días tenía el convencimiento que al menos las de la puerta del Sol eran en directo, justo esos diez minutos, hoy, debido al zapeo, a los montajes y al cruce de añadas de los caldos de tempranillo y chardonnay, no lo asevero con la misma fuerza. Hace años, los planos de la catetada peninsular saludando a sus familiares eran parte del lenguaje de esa noche, pero ahora, al suprimir esas tomas, puede estar todo perfectamente grabado.
Como no puedo llegar a conclusiones definitivas, indagaré, para resolver este asunto de menor importancia, porque ahí estaban las dos parejas compitiendo y ninguna de las dos me pareció mejor o peor. Es decir, es como los discursos previos de López y ZP, monotemáticos, obsesivos, sin pulso, buscando una distracción para no decir nada sobre lo que interesa de verdad al personal, ¿quién iba peor vestida, Belén o Anne? Si no hablan de eso, ¿para qué pierden el tiempo saliendo? No son los elegidos por el don de la palabra, aunque el máximo elegido, no habla, ladra, pero es un artistazo que se llama Jerry, y le ha hecho ganar a su dueño Álex, nada menos que cien mil euracos. Un perro gana «¡Tú sí que vales!». La mejor manera de terminar un año que en el calendario chino era del búfalo. Este de ahora es el del tigre. Fascinante.