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Demostraciones de fuerza

La situación de los presos y presas políticos vascos en las cárceles españolas y francesas no tiene parangón en los estados occidentales. Más de treinta años después de la muerte de Franco sigue habiendo 750 personas presas por razones políticas, algunas de las cuales pronto cumplirán tres décadas encarceladas. Durante ese tiempo esa cifra se ha mantenido lamentablemente estable, lo que da una idea de las miles de personas que se han visto afectadas por esa realidad. Pero es que, además, durante ese mismo periodo la legislación y las condiciones de vida de los presos se han endurecido enormemente. Ambos estados afirman que en sus cárceles no existen presos políticos, pero el ensañamiento contra esos ciudadanos vascos evidencia que no se trata de presos «comunes». Tampoco lo son los tribunales que los juzgan ni las legislaciones que se les aplican. Así, hoy en día una parte importante del Colectivo de Presos y Presas Políticas Vascas ha cumplido las 3/4 partes de su condena y debería estar en la calle; otros están viendo cómo se les alarga la condena arbitrariamente; los presos no reciben la asistencia médica necesaria y los que están enfermos no son puestos en libertad; muchas de esas personas están en prisión como «preventivos», situación que se puede alargar hasta cuatro años, algo insólito en un estado de derecho; asimismo, gran parte de ese colectivo cumple condena por llevar a cabo actividades puramente políticas. Por último, y a riesgo de olvidar alguna otra violación de derechos y libertades, los presos se encuentran dispersados de su país a una media de 800 kilómetros, lo que supone un castigo añadido para sus allegados.

Hoy en Bilbo, si la obsesiva mentalidad policial del Gobierno no altera otra vez el guión, una mayoría social denunciará esa realidad en la que será la cuarta demostración de fuerza social y política en apenas dos meses. Esas manifestaciones han reivindicado libertad, derechos, democracia... y se les ha respondido con represión, nuevas violaciones de derechos, limitando aún más el estado de derecho. El PSOE cree que demuestra así su fuerza, pero en realidad muestra una gran debilidad a ojos de la mayoría de la sociedad vasca, que reprueba esta postura.

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