El kamikaze que mató a siete miembros de la CIA en Jost era un agente doble
El autor del atentado que mató a siete miembros de la CIA en la provincia afgana de Jost el 30 de diciembre era un espía jordano -país que colabora con EEUU-, pero que actuaba como agente doble de Al-Qaeda, según informó la NBC. El kamikaze fue enviado a Afganistán para localizar al número dos de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri, quien, como represalia, habría ordenado cometer el atentado en el que murió también un primo del rey Abdallah II.
GARA
El autor del atentado kamikaze que mató a siete funcionarios de la CIA el 30 de diciembre en Afganistán era un jordano que había sido reclutado por los servicios de información de su país pero que trabajaba como agente doble a sueldo de Al-Qaeda, según una emisora de televisión estadounidense.
La cadena NBC, citando fuentes de servicios de información occidentales, afirmó que el ciudadano jordano, identificado como Humam Jalil Abu Mulal al-Balawi, fue enviado a Afganistán con la misión de encontrar al número dos de Al-Qaeda, el egipcio Ayman al-Zawahiri.
Siempre según esta cadena, su contacto en Afganistán era la octava víctima mortal del atentado, otro jordano identificado por la agencia Petra como Alí bin Zeid, oficial de los servicios de información de Amman.
Este oficial «era miembro de la familia real hachemí, lo que explica en parte que el rey y la reina asistieran a sus funerales y que recibiera honores de héroe nacional», explicó a France Press Bruce Riedel, antiguo agente de la CIA y asesor de la Casa Blanca.
Al-Balawi, según responsables de los servicios de información contactados por NBC, habría llamado a su contacto jordano la semana pasada para decirle que debía reunirse con el equipo de la CIA destinado en Jost, al este de Afganistán, porque disponía de informaciones urgentes que se referían a Al-Zawahiri.
«Parece que fue el propio Ayman al-Zawahiri quien envió al kamikaze para cometer el atentado», añadió Riedel, precisando que estas informaciones aún deben ser confirmadas.
El atentado fue reivindicado por los talibán.
Según informaciones previas, el kamikaze era un informador que no fue controlado correctamente a la entrada de la base de Chapman, utilizada por la CIA en la provincia de Jost, cerca de la frontera con Pakistán, para sus operaciones contra los insurgentes islamistas a ambos lados de la frontera.
Según responsables de información estadounidenses citados por NBC, estos servicios mantienen desde hace unos 30 años relaciones privilegiadas con Jordania, que se han incrementado notablemente en los últimos años y que han permitido frustrar varios atentados de talibán y Al-Qaeda.
Jordania guarda silencio
El Gobierno de Amman, por su parte, guardaba ayer un comprometedor silencio sobre estas informaciones. El ministro jordano de Información, Nabil Sharif, negó categóricamente lo difundido. «Los servicios de información jordanos no están implicados en estas operaciones», indicó.
Sin embargo, los familiares del capitán Bin Zeid, primo lejano del rey Abdallah II, confirmaron a France Presse que se encontraba «cumpliendo una misión en Afganistán desde hace 20 días» en el momento del atentado.
«Jordania debe estar preocupado porque su cooperación con la CIA ha quedado en evidencia con la muerte del capitán Alí, lo que podría tener efectos negativos en una población que mayoritariamente es antiestadounidense», declaró a France Presse un diplomático occidental.
Según medios islámicos de Amman, el supuesto kamikaze, a quien también se conoce como Abu Dujana al-Jarassani, tenía 36 años y era originario de Zarka, una ciudad mayoritariamente pobre e islamista. También nació en esta ciudad Abu Musah al-Zarkawi, máximo dirigente de Al-Qaeda en Irak que combatió a los estadounidenses hasta su muerte en 2006.
Catorce talibán murieron el lunes por la noche cuando estallaron los explosivos que estaban colocando en una furgoneta en la provincia de Kunduz, según informó el gobernador.
El ministro afgano de Exteriores, Rangin Dadfar Spanda, acusó a los países donantes de no permitir a Kabul disponer de los fondos que se destinan al país asiático, según declaró al diario «Frankurter Rundschau».
El balance de muertos por atentados en Pakistán se ha agravado en los últimos meses por la falta de equipamientos en servicios sanitarios, especialmente en las zonas rurales, informaron ayer los responsables sanitarios a la agencia de noticias humanitarias de la ONU (IRIN).
Al menos 1.180 personas han muerto en atentados con bomba en todo Pakistán en 2009. El 79% de ellos fueron atentados suicidas y la mayoría se produjeron en la Provincia Frontera del Noroeste (NWFP), en la que el Ejército mantiene una ofensiva contra los insurgentes islamistas ligados a Al-Qaeda.
El atentado suicida registrado en la pequeña ciudad de Sha Hassanjel, cerca de Lakki Marwat, que causó 105 muertos, se convirtió en el peor ataque desde la explosión de una bomba que mató a 117 personas en un supermercado de Peshawar en octubre de 2009.
La falta de un hospital o centros de atención básica sanitaria en este pueblo aumentó el sufrimiento de los heridos. «No hay un hospital principal aquí adonde la gente pueda ir. Hay pocos médicos de cualquier tipo y no hay ambulancias. Incluso algunas personas procedentes de zonas cercanas han tenido que ser llevadas al hospital en vehículos privadas y por personas de la localidad sin formación adecuada», aseguró el estudiante Aziz Marwat.
La mayoría de los heridos fueron trasladados al pequeño hospital civil de Lakki Marwat, a 30 kilómetros. «Vimos cosas terribles. Casi todos los que llegaron estaban gravemente heridos», aseguró Ghulam Ali Jan, director médico del hospital. GARA