De nuevo Somalia es noticia, aunque en esta ocasión al parecer no merece el despliegue mediático de otras ocasiones, como cuando los «piratas» somalíes han atacado intereses de los países del norte opulento. No lo merece porque ahora sólo se trata del anuncio del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la suspensión de la distribución de alimentos en el sur del país debido a las amenazas de grupos armados que operan en la zona. Esta suspensión de actividades del PMA supone que un millón de mujeres, niños y otros sectores vulnerables queden abandonados a su suerte en uno de esos estados fallidos donde las condiciones de vida de sus habitantes son extremas, donde sistemáticamente ven violados sus derechos más elementales, donde no es fácil sobrevivir ni siquiera malvivir, donde su producción alimentaria no llega para abastecer (en el mejor de los casos) al 40% de la población. Pero Somalia no es foco de atención de esa comunidad internacional tan preocupada en otros casos por el respeto a los derechos humanos, los de los privilegiados. Una terrible muestra, una más, de la inmensa hipocresía de la exquisita comunidad internacional.