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Imposible, pero forzoso equilibrio

Pablo CABEZA

Hay quien lo tiene claro: la cultura debe ser universal y gratuita, más si ésta se genera desde las multinacionales. Hay quien se autoengaña justificando las descargas por el precio de los discos y películas (cabe matiz) y hay quien sostiene que las descargas son ilegales y punto, por el derecho de propiedad intelectual. Son muchos años de experiencia y nos parece maravilloso alimentar nuestra curiosidad e inquietud bajando éste o aquél disco. Un sueño. Sin embargo, tampoco resulta adecuado que quien quiera vivir de la música lo tenga muy complicado por la costumbre de no pagar por un disco o una película ni a precio de saldo. Los del cine te cobran en palomitas y refrescos lo que dejan de ingresar por las descargas. Los de la música se inventaron el canon. En fin, preferimos las palomitas al alza. Recuerdo a un músico, con disco en la calle recién sacado, al que le comentábamos que las autoediciones eran peligrosas porque ya no se vendían discos ni entre los colegas. El respondió que el grupo no estaba en esto por el dinero y que se jodiesen las multinacionales. Y continuó con un punto de vista curioso: «Ahora ya no es posible volver atrás bajando los precios de los discos, las multis tuvieron la oportunidad de hacerlo hace unos años y prefirieron seguir con su política de precios. Que se coman sus discos». Las multinacionales han explotado a los músicos desde el primer día. Sin descanso y con descaro. La ley ha permitido todos los contratos abusivos (por culpa de las leyes políticas que lo consentían y consienten) que sistemáticamente firmaban jóvenes repletos de ilusión, ganas y presión, por lo que existen muchas ganas de venganza. En cualquier caso, pasando la cabeza por el sentido común, se nos ocurre que el músico, cineasta o escritor (los más susceptibles de copia) tienen derecho a vivir de su trabajo si así lo desean. Después debieran de llegar los precios justos en la cadena, el fin de los excesos y empresas gestoras de derechos de autor con infinito mayor equilibrio que la actual SGAE. De otra parte, loa para los músicos que, por la razón que fuere, deseen ceder su obra para copia siempre que no haya ánimo de lucro. Ahora sólo queda preocuparse, y mucho, por la Comisión de Propiedad Intelectual.

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