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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Nos van a redimir

Aquí, el que no se conforma es porque no quiere. No les sale una a derechas, pero se lamen las heridas mirando a nuestra casa y los estropicios que hacen en ella.

Ayer Santiago Martín, en «La Razón», reconocía que 2009 ha sido «un año horrible» y que el nuevo 2010 «se estrena con un aumento del paro», pero hay una buena noticia: «el cambio en la dirección de la diócesis de San Sebastián. Desde el sábado, si Dios quiere, monseñor Munilla comenzará a ejercer como obispo de esa diócesis». Pues ¡Aleluya!

Y Santiago Martín está tan contento porque ahora «quedarán atrás las protestas de los párrocos y el silencio de su predecesor a la hora de salir en su defensa. Lo que cuenta es que, por primera vez en décadas, en el corazón del País Vasco hay un obispo católico, en el sentido pleno y literal de la palabra: universal, no nacionalista, totalmente unido al Papa, que no va a prologar ni auspiciar libros con contenidos heréticos, defensor de la vida, sin componendas ni ambigüedades con los terroristas, y profundamente religioso, que va a hablar de Dios y no va a centrar su actividad pastoral en cuestiones políticas de uno u otro signo. Si la llegada de López a Ajuria Enea fue el principio del cambio, aún es más importante el nombramiento de Munilla para San Sebastián». Cuando dice universal, Martín está mirando al Alcázar de Toledo. Ahí está el confín del universo para algunos.

Pero al final se delata, desnuda su alegría: «Porque, por desgracia, desde las guerras carlistas y, sobre todo, desde Sabino Arana, la Iglesia católica ha sido el alma del nacionalismo vasco. Un nacionalismo que ha derivado en el terrorismo, por un lado, y en el apoyo parlamentario al aborto, por otro». ¿Cómo era aquello de mezclar churras con merinas?

No se pierdan la apoteosis: «Sus dos vertientes, ETA y PNV, han demostrado que su ideología sólo conduce a la muerte y, por lo tanto, ningún católico que quiera seguir siéndolo puede apoyar a uno o a otro. Esto lo veíamos desde fuera. Ahora, con monseñor Munilla, las cosas pueden cambiar y cada vez van a ser más los de dentro que se den cuenta de ello. Recemos».O sea, López y Munilla, el tándem redentor. ¡Qué bien lo vamos a pasar!

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