El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, inauguró ayer el nuevo gasoducto entre Turkmenistán e Irán. «El gasoducto que inauguramos hoy llevará nuestras relaciones a otro nivel», declaró Ahmadineyad durante una ceremonia junto al presidente turkmeno, Gurbangali Berdimujamedov, en Dovletabad a unos 500 kilómetros al sureste de Ashjabad, la capital turkmena.

La gira que está llevando a cabo por Asia central es la primera salida al extranjero del presidente iraní desde la represión de las manifestaciones opositoras el 27 de diciembre.

El gasoducto une los 30,5 kilómetros que separan el yacimiento de Dovletabad con la refinería de Jangirán, al noroeste de Irán. Tendrá una capacidad anual de 6.000 millones de metros cúbicos al año, que podrá ampliarse hasta los 12.000 millones de metros cúbicos, según el Ministerio turkmeno de Energía.

Este gasoducto «tiene una importancia destacada a nivel internacional y responde al problema de seguridad en materia energética», señaló, por su parte, Berdimujamedov.

La tubería se añade al primer gasoducto turkmeno-iraní, de 140 kilómetros, que se inauguró en 1997 y tiene una capacidad de 8.000 millones de metros cúbicos por año.

Turkmenistán, rico en gas, busca reducir su dependencia de las redes de exportación rusas, heredadas de la época soviética, diversificando sus rutas para llegar a nuevos clientes.

Irán, por su parte, tiene las segundas reservas mundiales de gas -estimadas en unos 28.000 millones de metros cúbicos-, pero el desarrollo de su sector gasístico se ha visto frenado por la falta de inversiones.

China inauguró en diciembre un gasoducto de más de 1.800 kilómetros que parte de Turkmenistán para llegar al noroeste chino tras atravesar Kazajstán y Uzbekistán.

Por su parte, Rusia retomará sus compras de gas turkmeno el sábado, según informó Gazprom, lo que pondrá punto final a nueve meses de tensas relaciones entre Moscú y Ashjabad.