Primer punto de 2010 para un Athletic que estuvo a un tris de repetir la historia de Mallorca. Pero el equipo rojiblanco reaccionó esta vez con más fuste tras el gol local, pudo neutralizar su desventaja e incluso acarició la remontada.

Ambas circunstancias, resultado y reacción, permitieron a los rojiblancos regresar a casa con mejor sabor de boca que una semana antes, pero no bastaron para zanjar por completo las dudas que surgieron tras el tropiezo del Ono Estadi. Y es que tampoco esta vez quedó claro si el Athletic quiso madurar el partido echando el cerrojazo en el primer tiempo o si se vio maniatado por su rival, de la misma manera que el tanto del Málaga nada más comenzar el primer tiempo -repitiendo lo acontecido la semana pasada- impide saber si los rojiblancos habrían sido capaces de emular sus actuaciones de anteriores desplazamientos ante un anfitrión que, pese a su situación clasificatoria, supo mantener la calma. El lado positivo es que el Athletic tampoco perdió la cabeza, pese a pisar el acelerador, cuando se le torció la tarde. También que, pese a no firmar una actuación redonda, sí ofreció esa mayor intensidad que reclamaba la víspera su entrenador. Y, sobre todo, que esta vez tuvo la fortuna de aprovechar una de sus ocasiones, que también fueron más numerosas que ocho días atrás.

El negativo, que el mes de enero, al que tanta trascendencia se le concedía desde el equipo, se acerca a su ecuador y el panorama con el que soñaban los rojiblancos se ve más lejano que hace un par de semanas. El segundo asalto a posiciones europeas se saldó como el anterior, con el Deportivo -que se impuso a Osasuna-, ampliando distancias como lo había hecho el Mallorca. Y con el Getafe, que sigue en medio, dispuesto a dar guerra. Eso en vísperas de la visita del Real Madrid.

Arranque desnivelado

Teniendo en cuenta la capacidad de la artillería merengue, el Athletic tendrá que saltar al campo más puesto que ayer, cuando el Málaga arrancó bastante más chisposo. Por suerte, sus jugadores son más «terrenales», así que los intentos blanquiazules se saldaron con un balón de Mtiliga al poste.

Los rojiblancos dieron sus primeras señales de vida al cuarto de hora, para acabar con un bagaje similar al de su adversario. Por el bando visitante fue Toquero el que estrelló la pelota en la madera.

Poquito más ofreció el primer tiempo, en el que el conjunto andaluz robó y sujetó el balón mejor que el Athletic, pero no consiguió traducirlo en dominio y ocasiones.

Lamentablemente, y por segunda semana consecutiva, al Athletic se le torcieron por completo los planes nada más reanudarse el encuentro. Sólo habían transcurrido tres minutos desde el descanso cuando Duda colocó un balón perfecto en el punto de penalti para que Welligton cabecease el 1-0 sin que nadie lo estorbase.

Sonaba a guión conocido, más aún cuando el Athletic desperdiciaba de inmediato una ocasión clarísima para el empate, un remate de San José que Munúa despejó en corto y que Susaeta, desmarcado y en boca de gol, envió fuera. Pero llegados a ese punto, los rojiblancos consiguieron reescribir la historia.

Más enrabietados y acertados que en el Ono Estadi, los bilbainos impidieron, por un lado, que el Málaga soñase siquiera con la sentencia; y, por otro, empezaron a acumular argumentos para pensar en la remontada. Y eso que las circunstancias, con el campo en malas condiciones por el agua y algún cambio de posición -forzado en el caso de Gurpegi, que se situó en el lateral derecho tras la retirada de Iraola, aquejado de problemas estomacales, y «voluntario» en el de De Marcos, que acabó acompañando a Javi Martínez en el pivote tras agotar los cambios-, no acompañaban al optimismo.

Amago, penalti, gol

Pero el Athletic, aunque fuera con más fe que estilo -casi todo el peligro llegó en acciones a balón parado-, se fue acercando al empate y acabó por conseguirlo. Amagó, mediada la segunda parte, con tres córners consecutivos que Munúa acabó atajando sobre la línea de gol; y dio, a poco más de diez minutos del final, con un penalti muy protestado por los jugadores locales. Sin razón, porque el agarrón de Iván González a Fernando Llorente no dejó lugar a dudas. El propio delantero rojiblanco se encargó de transformar el lanzamiento en el 1-1.

Pese a que el Málaga despertó con el tanto y volvió a dar señales de vida, la cosa pudo ir aún mejor. Pero Iker Muniain no pudo ejercer esta vez de revulsivo y vio cómo Munúa desbarataba la última ocasión del encuentro -un córner que le llegó al navarro, solo en el segundo palo-, evitando que la remontada rojiblanca fuese completa.