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Belén Martínez analista social

La patria agradecida

 

Cincuenta años después de la muerte de Albert Camús, Nicolás Sarkozy se muestra favorable al traslado de los restos del escritor y filósofo al Panteón. Como es habitual, Monsieur le Président no da puntada sin hilo y, emulando a su predecesor en el cargo, lanza una propuesta cargada de efectismo político y mediático con el objetivo de atraer a sectores de la población poco identificados con su política social, económica y cultural.

Nada que objetar al hecho de que los restos del autor de «Révolte dans les Asturies» (en realidad una obra colectiva) sigan enterrados donde están actualmente o que «descansen» en un edificio decorado con un frontispicio en el que se puede leer la inscripción: «Aux grands hommes la patrie reconnaissante» («A los grandes hombres, la patria agradecida»). Haber sido premio Nobel de literatura constituye un mérito más que suficiente para quienes se posicionan a favor del traslado al monumento parisino.

La polémica se enciende porque las heridas provocadas por la colonización se han cerrado en falso. Camús nació en Dréan. Cuando Argelia era un Departamento francés, Dréan era Mondovi. La toponimia usurpada.

Albert Camús llegó a mostrarse equidistante equiparando la violencia empleada por la armada francesa y el FLN. Prefería la cohabitación con los «pieds noirs» a la independencia, y su posicionamiento en torno a la legitimidad de la violencia política terminó por enemistarlo con Sartre. Habrá quien siga creyendo que se puede servir a la causa de la justicia y la libertad sin contribuir a reforzar los intereses y objetivos de la metrópoli. ¿De qué patria agradecida estamos hablando?


 
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