Desde luego, los aficionados vascos a esa ciencia tan sujeta al «caos» como la meteorología están de enhorabuena. Después de un temporal de nieve que ha ido blanqueando nuestra geografía por zonas y días -con la casi como siempre excepción del litoral vicaino-, ayer nos despertábamos con el aviso de la presencia de un raro fenómeno conocido como ``lluvia engelante'', sumado al regreso de vientos de hasta 118 km/h en Matxitxako u 80 en el alto de Igeldo y, por si fuera poco, repentinos ascensos de la temperatura en apenas minutos. ¿Alguien da más? Pues casi. Para el jueves se observa una de esas ciglogénesis explosivas en el Atlántico que, por suerte, se dirigirá hacia el norte y no nos afectará. Y tampoco el dicho aquel de que «nieve que con agua se va, pronto volverá» no parece que vaya a cumplirse en las próximas dos semanas.

Se dice que después de la tempestad llega la calma. Pues después de la nieve llega el deshielo y, en lugares como la zona sur de Gasteiz, la preocupación por el desbordamiento del cauce del Zadorra. Una inquietud entre los habitantes de los pequeños pueblos aguas abajo del embalse a la que, de momento, la Conferencia Hidrográfica del Ebro (CHE), resta importancia, ya que ha afirmado que no tiene intención de desembalsar, a pesar de que los pantanos albergan más agua que el año pasado o la media de los últimos cinco.

Aseguran en la CHE que no hay previsión de fuertes lluvias y que no ha nevado tanto en las cimas. Será así, aunque como dijo ayer un reportero desde Iruñea en el «Teleberri», «ha sido la nevada más grande en los últimos seis años, quizá no en cantidad, sino en calidad...».

En cantidad o calidad, lo cierto es que donde los medios humanos y mecánicos se han visto superados, como ayer reconoció su alcalde, Patxi Lazcoz, ha sido en la capital alavesa. Eso sí, invitó a quienes critican su gestión a que cojan la pala y quiten nieve durante treinta minutos, a ver si les parece fácil.

Accidentes por el «hielo negro»

En el sur de Araba es donde la nieve sigue predominando en el paisaje, a pesar del aumento de temperatura, incluso sorprendente para los expertos. Durante la madrugada de ayer, según informa Margarita Martín, responsable de Aemet en la CAV, se registró en el aeropuerto de Foronda una subida de temperatura de 8º en media hora, pasando de -11º a -3º.

«El piloto de un avión que entró a esa hora en Vitoria informó de que a 100 pies de altura (unos 33 metros de altura) había 2º y que en la pista se encontró con -11º. Había una diferencia de temperatura de 13º en ese espesor», detalla. La capa de aire más baja, la que toca tierra, era la masa de aire que subsistía tras el episodio de la ola de frío que aconteció entre los días 7 y 11. En las últimas horas del día 11 se inició la entrada de una masa de aire templado y húmedo, que se deslizó sobre la masa de aire frío, más denso y pesado, que se hallaba en la Lautada alavesa.

Un fenómeno llamativo, tanto el de la lluvia engelante como el «hielo negro», provocado por esa lluvia caída que al entrar en contacto con el suelo demasiado frío se helaba al instante, casi invisible a la vista.