La buena acogida fuera del mercado castellanoparlante de títulos de terror como «El orfanato» o «Rec» en sus dos entregas, junto con la captación por parte de Hollywood de jóvenes realizadores nacidos en el Estado español, indica la exportabilidad de un género hecho sin complejos y con una remarcable calidad de cara a la competencia internacional. Hace tan sólo unos años, un proyecto con la ambición de «La herencia Valdemar» sería imposible, pero hoy es una realidad gracias a los aludidos antecedentes.

Los sucesivos fallidos intentos por adaptar a H. P. Lovecraft han hecho desistir al cine de producción angolsajona de tan arriesgada empresa. Y era el mexicano Guillermo del Toro el que parecía llamado a asumir el riesgo preparando un guión a partir de «En las montañas de la locura», pero el debutante José Luis Alemán se le ha adelantado.

Lo que el recién llegado plantea es un díptico libremente inspirado en el infinito imaginario del autor de Providence, en lugar de estrellarse contra la inadaptabilidad de un texto concreto. El guión resultante es del todo original, si bien se nutre de los relatos que componen el ciclo de Dunwich. La libertad de creación ha sido tan amplia que ha permitido incluir personajes históricos, entre los que se encuentra el propio escritor o colegas suyos como Aleister Crowley o Bram Stoker.

Lo mismo ocurre con el desarrollo narrativo, que conecta el tiempo presente con el origen decimonónico de estas leyendas de base literaria, para lo que sobrepasa el metraje convencional y se compone de dos largometrajes, el segundo de los cuales llegará el próximo otoño. Ambas entregas fueron rodadas simultáneamente y entre las localizaciones de época se encuentra la estación-museo del tren en Azpeitia.