El término «bai» ha sido empleado en toda suerte de campañas en la historia contemporánea de Euskal Herria. Probablemente la más conocida sea «Bai euskarari!», que reunió a decenas de miles de euskaltzales en los estadios de las capitales vascas. Desde la óptica del marketing político, la utilización del término es lógica porque hace referencia a la afirmación, a lo positivo, a lo deseable. Desgraciadamente, este pueblo se ha acostumbrado también a usar el opuesto, «ez», frente a todo tipo de imposiciones -¿quién no recuerda lemas como «OTAN ez» o «soldaduskarik ez»?-. Por ello, no sorprende que una coalición de partidos nacionalistas vascos pusiese a su intento por romper la hegemonía de la derecha navarra el significativo nombre de Nafarroa Bai.

El problema que arrastra NaBai desde sus orígenes es que una de sus primeras acciones consistió en vetar la participación en la coalición de la izquierda abertzale. Un acto de negación de la pluralidad, la democracia, la participación. Algo contrario al espíritu de afirmación positiva que decían defender, agravado por la aplicación de la Ley de Partidos. Muchos aún recuerdan cómo se pusieron condiciones a la izquierda abertzale pensando que ésta no las cumpliría, y cómo cuando lo hizo el PNV ejerció el derecho a veto. Un PNV que, a pesar de ser fuerza marginal en Nafarroa, en aquel momento ponía sobre la mesa el contrapeso de ser partido de gobierno en Gasteiz. EA y Aralar cedieron, y Batzarre se congratuló.

Muchas cosas han cambiado desde entonces. Para empezar, que el unionismo ha lanzado su ofensiva final en todas las instituciones vascas con la Ley de Partidos como ariete. En situaciones menos agresivas que ésta se han conseguido establecer fórmulas de colaboración electoral, y con buen resultado, en puntos bien cercanos, como Ipar Euskal Herria. Para lograrlo sólo hace falta voluntad e imaginación, y sobre todo dejar a un lado los prejuicios, vetos e intereses partidistas que han caracterizado la trayectoria de Nafarroa Bai en estos cinco últimos años y que la ciudadanía abertzale no entiende.