Jesús Lezaun Sacerdote
Un fracaso reconocido (*)
La Iglesia es un agente de españolismo de primera categoría. Asimismo, puede decirse que la Iglesia ha abandonado a este pueblo, lo ha traicionado
No me da vergüenza alguna, ni siento remilgo alguno en reconocer públicamente mi total fracaso en el aprendizaje del euskera. Al principio, con más entusiasmo que decisión, muchos nos lanzamos al necesario aprendizaje de nuestra lengua, el euskera, tan abandonado, tan degradado, y tan perseguido. Lo abandonamos casi todos muy temprano. Sólo unos pocos se mantuvieron en le empeño. Acaso el mejor servicio que pudimos prestar a nuestro pueblo, tan perseguido en tantas cosas, y durante tanto tiempo, es el aprender su lengua para poder emplearla con decisión en nuestra vida social. Otras de las muchas cosas que hicimos fueron sin duda de menor cuantía. Trabajo baldío quizás.
No fue el motivo de tal fracaso la dificultad de la lengua, como se dice con tanta ligereza. Fue simplemente nuestro escaso interés, y esto es sin duda nuestra culpa. El euskera puede aprenderse como cualquier otra lengua, si se pone el empeño suficiente. Conozco niños de tres años de familias euskéricas que a su edad lo chapurrean con suficiente soltura. Y en las ikastolas su aprendizaje resulta normal. Es, repito, cuestión de empeño, de trabajo y decisión.
Los curas fuimos en ello tan dejados, como en otras cosas, tan irresponsables como el que más. Mucho hablar y poco hacer. Hoy en Euskalerria, aparte de los muchos que la aprendieron, todos, o casi todos deberíamos estar en condiciones de poder usarlo con suficiente tecnicismo. Si la lengua a aprender hubiese sido el chino, por ejemplo, a estas alturas seríamos capaces de hacerlo como en otra lengua cualquiera. Es cuestión de decisión y de esfuerzo. Esto es precisamente lo que nos faltó. No tenemos pues excusa que aducir sino desidia, dejadez, falta de compromiso y abandono. Así de claro.
A estas alturas, la situación del uso de nuestra lengua debería ser, en la Iglesia sobre todo, infinitamente mejor de lo que es. La culpa es de todos, directivas y clero en general. Ningún empeño serio se ha puesto en el tema. Ese es el amor a nuestro pueblo, nuestro compromiso, o si me apuráis, nuestro españolismo.
¿Según se empeñó el Concilio Vaticano segundo, puede decirse a estas alturas, con verdad, que la situación del euskera es correcta? Ni muchísimo menos. Yo diría que es un desastre por parte de todos; jerarquía y clero. Cuatro cositas para aparentar, quizás para quedar bien; o ni siquiera eso, sino simplemente para hacer el ridículo. La Iglesia toda ha abandonado este tema, y no asume su responsabilidad. No tiene excusa, no hemos hecho prácticamente nada, ni siquiera guardar las apariencias. En esta parcela, si la Iglesia hubiera actuado seria y responsablemente, la situación sería muy distinta.
En los colegios de la Iglesia, por ejemplo, la situación es un autentico desastre; el abandono es total. La Iglesia es un agente de españolismo de primera categoría. Asimismo, puede decirse que la Iglesia ha abandonado a este pueblo, lo ha traicionado. Que nadie se queje después de la situación de la religión en la juventud. Si por la Iglesia fuese, haría ya mucho tiempo que el pueblo vasco, su juventud sobre todo, hubiese abandonado a la Iglesia del todo. Parece ser que en sus colegios se hubiera tratado de hacer españoles y no cristianos de verdad, siendo después las gentes lo que ellas quisieran. Que nadie se queje pues. La Iglesia no evangeliza en lo que cada pueblo es, sino en nosotros españoliza a mansalva según lo que ella quiere ser. No hay más. Esta es la simple y pura verdad. A mi entender, la cosa es así.
(*) La presente carta fue escrita por Jesús Lezaun el mismo día de su fallecimiento