Yo negocio, tú negocias, él negocia... con los talibán
Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Han tenido que pasar más de ocho años de bombardeos indiscriminados, atentados y dolor, mucho dolor, para que los mandamases occidentales preparen un desenlace que algunos, bien que silenciados en su día, avanzamos que llegaría, tarde o temprano: hay que negociar con los talibán.
Ebrio de ira por los ataques del 11-S, Bush hijo no tardó un mes en entrar al trapo en la trampa afgana expulsando a los mismos talibán extremistas con los que hasta entonces Washington había negociado sin rubor alguno. Expulsado a bombazos, el movimiento advirtió de que su retirada era táctica y de que volvería. «Bravata de mal perdedor», se nos dijo.
Año 2010. Londres. Occidente justifica su nueva posición con subterfugios. «Sólo negociaremos con los que dejen las armas». «El objetivo es convencer a los insurgentes de base que luchan por dinero para que abandonen a sus dirigentes». «Hay que separar el grano (moderados) de la paja (los alineados con Al Qaeda)». Buen intento, pero no cuela. Y menos en Afganistán.
Hillary Clinton proclama solemne que «no se hace la paz con los amigos. Hay que estar dispuesta a hablar con los enemigos». Vivir para ver, o para oir.
Otra cosa es que le oigan los talibán y el conjunto de la resistencia afgana, persuadida de su posición de fuerza. Y de que los occidentales están locos por ver quién sale el primero del atolladero.
El presidente títere afgano, Hamid Karzai, ha llegado a ofrecer al mullah Omar un salvoconducto. A este paso veremos pronto a Karzai escapando en la misma moto con la que, dicen, huyó hace ocho años el líder talibán.