El empuje inicial de conjuntos como Polonia, Eslovenia o la República Checa, que parecían la alternativa a las eternas selecciones dominadoras, no ha tenido la suficiente energía renovadora para imponerse a los de siempre. Nadie ha podido impedir la final esperada -y deseada para muchos amantes del balonmano-, que reeditará la última mundialista, entre Francia y Croacia.

Los primeros, que claramente han ido de menos a más, se exhibieron ante Islandia (28-36), que sólo pudo aguantar el rodillo francés durante la primera parte. Los liderados por Karabatic son claros favoritos a encadenar el entorchado europeo al actual título olímpico y mundial que ostentan actualmente, en un duelo en el que se medirán dos defensas de envergadura.

Precisamente el muro sin fisuras que fueron los de Claude Onesta tras el paso por vestuarios inclinó la balanza del lado galo ante una escuadra islandesa que había mantenido el tipo en la primera media hora. Víctimas de la ansiedad y la precipitación, los nórdicos cayeron en las redes del juego a la carrera de Guigou y Abaló, que llegaron a estar hasta ocho goles por debajo (19-27).

Además, el citado Karabatic firmó un partido perfecto, transformando en gol los nueve lanzamientos que realizó y superando la competencia del joven Palmarsson -su sustituto en el Kiel alemán-, que le aguantó el reto en la primera mitad, en la que consiguió seis dianas, pero acabó desinflándose tras el paso por vestuarios, circunstancia que su selección notó en exceso.

La otra semifinal, más ajustada

Bastantes más problemas tuvo Croacia para deshacerse de la emergente Polonia (24-21), a la que pareció temblarle el pulso en los momentos decisivos del choque y a la que su técnico, Bogdan Wenta, no le hizo ningún favor con sus continuas protestas desde la banda, que le costaron una tarjeta amarilla y la pérdida de balón en una jugada clave del choque contra los balcánicos.

El bisoño Domagoj Duvnjak, por el que el Hamburgo pagó este pasado verano más de un millón de euros, guió a los suyos hacia una final con el mérito añadido de que los de Lino Cervar han tenido que competir sin cañoneros de la talla de Lackovic y Metlicic.

La escasa participación del primero y la ausencia del segundo, amén del preciso lanzamiento exterior de Bielecki y Jurecki, la contrarrestaron la presencia experimentada de Balic y Vori, quienes administraron la pequeña ventaja que generaron a raíz del parcial 6-2 que le endosaron a los polacos con el arranque del segundo periodo.