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Crónica | Feria de San Blas

Cabezas de ganado vacuno «de escaparate» y pocos burros en Abadiño

Abadiño fue ayer lugar de cita ineludible para los amigos de las ferias y todo lo que las rodea. tortas y rosquillas con aroma anisado y cordones fueron los productos estrella de uno de los mercados más tradicionales de Bizkaia, donde la muestra de ganado tiene un importante peso específico, no así las ventas.

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Agustín GOIKOETXEA

Fue una noche heladora en Durangaldea y buena parte de Euskal Herria, pero el sol brilló para dar realce a la Feria de San Blas y animar a los más reacios a pasar frío en las calles de Abadiño, que pronto se caldearon por la llegada de miles de personas. A mediodía, el espacio ocupado por el mercado estaba a rebosar y eran cientos las personas, especialmente jóvenes, que comenzaban a arribar a la anteiglesia vizcaina para disfrutar de una jornada festiva.

Uno de los espacios a los que primero acudieron los visitantes fue a las carpas que daban cobijo a más de 150 cabezas de ganado. En una se expusieron 64 vacas de explotaciones de Abadiño y Durangaldea con una estampa selecta, muy similar a otras 64 reses -ocho por raza- de pirenaica, bonda de aquitania, limusin, txaroles, frisón, terreña, betizu y monchina. La exposición era espléndida con carteles con todo lujo de detalle, en los que se identificaba la genealogía del animal, edad, sexo, fecha de nacimiento, crotal y agrupación a la que pertenecía.

De las vacas «de escaparate», que levantaron más de un comentario elogioso, los visitantes -porque mucho tratante de ganado no se vio, y menos dinero en sus distintos formatos- pasaban a la carpa instalada por la organización para dar cabida al ganado que los baserritarras llevaron a la feria para su exposición y venta. Predominaba el caballar, aunque el comentario más extendido era que los burros pierden espacio en el mercado edición tras edición. «Aquí pocos burros de cuatro patas veo yo», afirmaba con sorna un veterano, asido al akuilu.

Venta poca, aunque charla amigable con vecinos y conocidos no faltó, como la sed y el hambre de quienes se agolpaban en las distintas txosnas repartidas por el centro de Abadiño para dar cuenta del talo con chorizo y bocadillos regados con sidra y txakoli.

Donde sí hubo más compradores fue en el centenar de puestos en los que 72 baserritarras pusieron a la venta hortalizas, frutas, queso, txakoli y sidra, además de pan y pastel vasco, que fueron los productos más demandados, como las tortas y las rosquillas de San Blas.

Estos dos apartados del mercado -el hortícola y el ganadero- optaban a los premios que otorgaron BBK y el Consistorio. El premio al mejor lote de animales de la feria fue para Jon Koldo Bikandi, de Iurreta, mientras a la abadiñoarra Teresa Monasterio se le concedió una mención por la mejor vaca, Jacinto Iturriaga-Etxebarria por el mejor novillo de menos de 3 años y a Aitor Bilbao por el mejor toro. En frutas y hortalizas los premios fueron para unos clásicos de estas citas en el herrialde: el gatikarra José Etxebarria y la urduliztarra Adela Andikoetxea.

«¿Y dentro de 16 años?»

Junto a los puestos de los baserritarras, cerca del probaleku, se preguntó por los productos que se venderán en los sanblases de 2026. Unos jóvenes con traje y corbata expusieron sus pimientos de Gernika traídos de Marruecos, a 1.283 kilómetros de Abadiño, naranjas de Sudáfrica, alubias de Extremadura, carne de Polonia, espárragos de China, merluza de Chile, txakoli de Castilla La Mancha o patatas de Israel, en una crítica rotunda a la política de ordenación del territorio promovida por el PNV en las últimas décadas.

La acción de denuncia, impulsada por la izquierda abertzale, cuestionó que las escasas tierras que aún quedan libres en Durangaldea se destinen a ser consumidas por el trazado del TAV o nuevas infraestructuras viarias. «Somos una comarca que tiene poca tierra, y cada vez menos dedicada a la agricultura, y el PNV continúa sin aceptar la responsabilidad que le corresponde. Los caseríos no parecían modernos, y decidieron que para vivir en ellos había que hacerlos más grandes, luego que la agricultura debía de ser un agronegocio de los empresarios, aún no generando lo suficiente para alimentar a los ciudadanos se debía de exportar, y cuando todo ha fracasado, decidieron que para ser más competitivos había que introducir innovaciones tecnológicas», denunciaron en la protesta.

«Encadenan un fracaso tras otro, no son capaces de mostrar un poco de humildad y decir que se han equivocado. Este modelo no vale, no podemos seguir perdiendo tierras agrícolas; se necesita una política para que surjan nuevas generaciones de agricultores y ganaderos, para que aquí se produzca cada vez más de lo que consumimos aquí», añadieron. Es más, apostillaron que «en el camino hacia la soberanía es discutible qué es importante y qué no, pero como pueblo, cada uno de nosotros, necesitamos comida todos los días. Así que, en el puzzle del futuro de Euskal Herria la soberanía alimentaria es una pieza indispensable».

La acción fue saludada con simpatía por muchos de los asistentes a la feria, donde también eran importantes los puestos en los que viveristas vendieron manzanos, perales, kiwis, naranjos, limoneros, plantas ornamentales, árboles y setos que plantar en las próximas semanas, cuando finalice el periodo invernal. También era destacada la presencia de 26 expositores de artesanía y otros 19 de maquinaria agrícola. En la entrada al centro urbano de Abadiño desde Matiena no era desdeñable el número de puestos de venta ambulante, que ofrecían otro tiopo de productos.

Aunque el producto estrella, el más asequible, fue el cordón de San Blas, aquel que, según los creyentes, protege contra los males de garganta y que año tras año incrementa la gama de colores; la novedad, unos rojiblancos que tienen encandilados a las nuevas generaciones.

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