CRíTICA teatro
Así es
Carlos GIL
Cuando una obra de teatro se realiza con todos sus elementos perfectamente armonizados, se siente una sensación de normalidad, de reconocimiento del propio hecho teatral, con una voz interior que te dice: «Así es». Esto sucede con este montaje de Daniel Veronese con una obra mayor de David Mamet, en donde, a través de la disección de unos personajes tan reconocibles que parecen sacados de nuestro propio álbum de fotos, nos va describiendo la deshumanización de la competencia llevada al límite, lo que es lo mismo que convertir el mercado –es decir, el capitalismo– en una religión que va devorando a sus propios practicantes.
Así es como nos lo cuentan, en sus formas, en la construcción de los personajes, en la frialdad quirúrgica de la propuesta, tan realista que parece una sublimación del propio realismo y la mano del director marca el texto para que, metabolizado en un equipo actoral que funciona con precisión, creciendo todos, individual y colectivamente para colocarnos ante esas sensaciones que solamente lo grande nos puede deparar. Y nos vuelven a recordar que así es el teatro, así debe ser siempre, texto, puesta en escena a su servicio, versionando o siguiéndolo a la manera del catequista, pero llevándolo a ese terreno donde los actores asumen toda la grandeza de la palabra y del gesto, convirtiéndole en un arte mayor que se transmite sin concesiones, acompañando a una historia seca, demoledora, ejemplar, perfectamente trazada, magistralmente temporalizada. Así es el buen teatro y así lo amamos.
Obra: «Glengarry Glen Ross».
Autor: David Mamet.
Intérpretes: Carlos Hipólito, Ginés García Millán, Alberto Jiménez, Andrés Herrera, Gonzalo de Castro, Jorge Bosch, Alberto Iglesias.
Versión y dirección: Daniel Veronese. Producción: Teatro Español. Lugar: Teatro Arriaga (Bilbo), 4-2-10.