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Obtuvo su tercera diana de la temporada

Una vez aparcada la ansiedad, Aranda se reencuentra con el gol

La inquietud del malagueño sobre el césped, motivada por constantes lesiones musculares y errores de cara al marco contrario, dejó paso a la felicidad tras conseguir el decisivo tanto ante el Tenerife.

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Natxo MATXIN

Un tercio de año sin marcar es demasiado tiempo para un delantero. No extraña, pues, que Aranda se manejara con una ansiedad desmedida cada vez que saltaba al césped. El último recuerdo de un acierto con la portería rival databa de un lejano 18 de octubre de 2009, cuando el malagueño firmó el tercero ante el Atlético de Madrid, el que cerró la goleada.

Desde entonces, la travesía del atacante rojillo ha transcurrido entre un constante goteo de partes médicos que confirmaban la fragilidad de sus músculos y un sinfín de errores en los metros finales, que le han granjeado una fama de torpe que no se ajusta a las cualidades técnicas que atesora.

Encuentros como el de Getafe -donde acabó marcando tras errar varias ocasiones claras- o estadísticas que hablaban de él como el delantero que más goles fallaba de cara a la portería contraria no han ayudado en nada a la particular personalidad de un jugador que necesita sentirse querido. Por eso, la diana conseguida ante el Tenerife le va a venir de perlas al andaluz para recobrar su autoestima y, quién sabe, quizás enganchar una racha positiva en sus actuaciones particulares.

Fue el tercer gol en la presente temporada -no es una cifra ciertamente elevada a estas alturas de temporada-, con lo que se sitúa como segundo anotador de la plantilla, empatado con Juanfran. Aranda ya demostró el año pasado con el Numancia que puede ser determinante si disfruta de continuidad, siendo pieza clave del equipo tras ser fichado en el mercado invernal, pese a que ello no pudo evitar el descenso de los sorianos.

Autoestima, continuidad y confianza. Y esta última desde luego no le ha faltado por parte de su técnico, José Antonio Camacho, quien lo reclamó a los responsables técnicos rojillos como incorporación para esta temporada. El de Cieza, que ya lo tuvo a sus órdenes en las categorías infantiles del Real Madrid, ha confiado ciegamente en las posibilidades del jugador quien, al menos, ha devuelto esa seguridad con trabajo, especialmente en las últimas jornadas.

Porque lo que no se le puede negar al malagueño es que ante los tinerfeños bregó ante sus marcadores y lo intentó de todas las formas posibles, reconociendo que algunas veces lo hizo con mayor acierto y otras con menos. Un pundonor que ya ha venido mostrando en los recientes encuentros domésticos, donde es de los hombres que encara siempre a su contrario.

Ello no ha pasado desapercibido para la grada, proclive a aplaudir a quien se parte la cara sobre la hierba de El Sadar, y que el domingo despidió al futbolista entre aplausos y coreando su nombre. La afición reconoció así el peso en oro que supuso su gol para la cómoda situación en la que se encuentra ahora la escuadra navarra.

Celebración a su manera

Y es que Aranda es un tipo peculiar, de cuyos orígenes se han escrito ríos de tinta y a los que, aunque para algunos no sea entendible, sigue muy unido. Nacido en el barrio malagueño de El Palo, considerado como un foco de marginación y conflictividad, el jugador se crió prácticamente con su abuela y, como él mismo ha reconocido, flirteó con el delito, algo que a muchos de sus amigos y familiares les ha llevado a dar con sus huesos en la cárcel.

Por eso no debe extrañar la curiosa forma con la que festejó el gol conseguido ante el Tenerife. Aranda juntó sus manos a la altura de las muñecas y las elevó, gesto con el que quería simular como si éstas estuvieran esposadas. El delantero explicó, una vez finalizado el encuentro, que dedicaba el tanto a un tío suyo, gesto que le honra, pues lo fácil sería no acordarse de quien está en dificultades, sobre todo cuando uno es futbolista de élite y hay un buen número de focos que te apuntan.

Una forma de ser con la que ha intentado congeniar en los diversos clubes por los que ha pasado, quizás con menos fortuna de la que hubiera deseado, pero en los que nadie ha podido negar la indiscutible calidad que guarda en sus botas. Rozando la treintena -llegará a ella el próximo 27 de julio-, Aranda reconoció a su llegada a Osasuna que había alcanzado la madurez personal y esperaba que ello trascendiera en lo deportivo.

De momento, el andaluz ha ofrecido las dos caras de la misma moneda -lesiones y goles-, pero habrá que confiar en que el tanto obtenido frente al Tenerife sirva como trampolín para que la hinchada rojilla disfrute de su lado bueno.

autoestima

Aranda consiguió su tercer gol de la presente temporada, lo que le puede venir muy bien al futbolista malagueño, excesivamente ansioso en los últimos partidos, para asentarse y reforzar su autoestima de cara al marco contrario.

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