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Berna Gómez Edesa Vecino de Dima

La Ertzaintza tortura; preguntas

Vosotros, torturadores, ¿habéis pensado en algún momento que, como dice un amigo de Ondarroa, vendrá la vuelta? Sí, os lo digo con la clara intención de amedrentaros, de intentar que os surja la duda y os tiemble por un momento la mano la próxima vez que la pongáis encima de un detenido

La Policía vascongada campa a sus anchas, sin control y con total impunidad, haciendo de Ondarroa un desierto donde dominan el miedo y la rabia. La barbarie vuelve a apoderarse de los sótanos de Arkaute; de nuevo ciudadanas y ciudadanos de este país son sometidos a tormento en mazmorras bajo tierra vasca, mientras el Gobierno aplaude, la mayoría de la clase política (incluida la llamada oposición) está en otras cosas, los jueces no oyen ni ven, la mayoría de los medios oculta y la población, que sabe de sobra o intuye, se sitúa entre el «paso» y la resignación. López y Ares lo vienen anunciando, se trata de hacer una Policía que iguale al cuerpo del tricornio y al otro en la lucha contra la disidencia política vasca; igualar también en métodos de detención, incomunicación y, consecuencia, tortura.

¿Dónde has estado, Ararteko Lamarca, defensor del pueblo, durante todos esos días de incomunicación policial? Sabías de sobra lo que estaba pasando en las mazmorras, tan cercanas que casi podías sentir el tormento desde tu cálido despacho ¿Por qué el defensor de los vascos y vascas de este tercio autonómico no se ha acercado a echar un vistazo a esos jóvenes en manos de las bestias y a asegurar que se cumplen los protocolos?

No se os oye, políticos representantes públicos de la ciudadanía ¿Dónde están las mociones, la petición de los vídeos que se deberían grabar durante la totalidad de la estancia de los detenidos en comisaría, dónde vuestra movilización en defensa del derecho humano a no sufrir trato cruel y degradante, especialmente a manos de quienes han de salvaguardar ese mismo derecho?

¿Dónde estáis, intelectuales, artistas de renombre, progresía mimada por los medios, por qué calláis ahora? Alzasteis vuestra resonante voz, vuestra fina pluma, vuestro reconocido arte para denunciar el Estadio de Chile, la Escuela de la Armada argentina, la prisión iraquí de Abu Ghraib, Guantánamo... ¿Qué diferencia esos centros de crueldad de las direcciones generales de la Guardia Civil y la Policía Nacional o de Arkaute? ¿Acaso la cantidad de torturados, la intensidad de la tortura, o es que no es «políticamente correcto» enfrentarse aquí y ahora al poder y tomar partido hasta mancharse? ¿Acaso las subvenciones y los reconocimientos oficiales compran el silencio?

Tú, Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España, ¿por qué del mismo modo que recibo tus mensajes electrónicos para participar en campañas contra la conculcación de los derechos humanos en China o en Irán, contra la lapidación en países africanos o la utilización por parte de Israel de bombas de fósforo blanco en Gaza, no entran en mi correo electrónico mensajes denunciando la tortura contra los últimos vascos detenidos?

¿Y vosotros, jerarquías eclesiásticas y cristianos de base, no habéis aprendido aún la lección de la historia? Calláis ante esta degradación moral, ante este hundimiento ético de las instituciones que nos gobiernan. ¿Es que habéis olvidado, entre otras, la Inquisición o la colaboración con el nazismo y el franquismo por parte de vuestra organización?

¿Hasta cuándo el silencio, ertzainas de ELA? Estáis siendo cómplices de una de las mayores atrocidades que se pueden cometer contra un ser humano. Este pueblo está esperando a que os plantéis ante esto colectivamente y a que «tiréis de la manta» a nivel personal; tenéis información de sobra para hacerlo con eficacia.

La misma pregunta para vosotros, ertzainas del barrio con quienes crecí y compartí juventud, los que sois mis vecinos ahora -todos adscritos a Tráfico, claro-, que hacéis vida normalizada, que paseáis, jugáis con vuestros hijos en la plaza, poteáis, saludáis con simpatía... tratáis, en suma, de vivir integrados ¿Qué estáis dispuestos a hacer para limpiar esta mancha que os contamina y evitar vuestra responsabilidad en la práctica de la tortura en vuestro cuerpo policial?

Finalmente, una pregunta obligada a vosotros, torturadores. Aunque la cosa de la ética, la moral, la conciencia, el respeto y todo eso que identifica el avance social y civilizado de la humanidad no sea algo que contemple vuestra corta capacidad craneal, ¿habéis pensado en algún momento que, como dice un amigo vecino de Ondarroa, vendrá la vuelta? Sí, os lo digo con la clara intención de amedrentaros, de intentar que os surja la duda y os tiemble por un momento la mano la próxima vez que la pongáis encima de un detenido. Lo decía hace poco un torturado, Martxelo Otamendi, en una televisión catalana: algún día hablarán; lo han hecho en Argentina, en Chile, en Irak; en el Estado, algún día habrá guardias civiles que hablen y destapen todo esto. También habrá de los vuestros que lo hagan y, entonces, entonces se hará justicia y pagaréis por vuestra brutalidad, por vuestra inmoralidad, por vuestra ilegalidad.

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