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«Si los hijos no han recibido nuestras caricias, tampoco las sabrán apreciar ni dar»

Jacinto Bátiz
Cuidados Paliativos Hospital San Juan de Dios

Además de ser jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, es vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. El año pasado recibió el Premio Reflexiones a la Opinión Sanitaria por un artículo titulado «Cuidar con caricias».

Joseba VIVANCO

Este reconocido experto ofrecía recientemente en Santurtzi una conferencia basada en su premiado artículo.

Cuánta importancia tiene el contacto humano para una persona enferma...

Los enfermos que se encuentran en el final de sus vidas, cuando la ciencia médica ya no les es útil para curar su enfermedad, necesitan del acercamiento humano de los profesionales, necesitan a las personas, necesitan su compañía. Para ellos es más importante el contacto humano que promesas de curación que nunca se cumplirán, las exploraciones y tratamientos inútiles, molestos y, a veces, más insufribles que la propia enfermedad.

En una sociedad cada vez más individualizada... ¿hemos perdido esa cualidad?

No la hemos perdido. El problema es que no la empleamos. Tan sólo nos damos cuenta de lo importante que es ese acercamiento humano cuando lo necesitamos nosotros.

Porque parece que, a veces, las muestras de cariño en público estuvieran como mal vistas...

Es verdad que, en ocasiones, nos da vergüenza expresar muestras de cariño ante los demás, pero en nuestro caso, quien las necesita, al que se está muriendo, tan sólo le importa que quien le quiere se lo demuestra en ese momento único e irrepetible para él.

¿Qué supone para un enfermo un gesto tan sencillo como estrecharle la mano o brindarle una sonrisa?

Que se le expresa nuestra disposición a ayudarle en el momento que más lo necesita. Él comprende nuestra solidaridad con su sufrimiento.

Además, puede ser una «medicina» recíproca, que también reconforte a la otra persona.

No cabe la menor duda de que nosotros nos sentiremos mejor después de habernos sentido útiles para aliviar su sufrimiento con nuestra compañía, a través de esas muestras de afecto.

Incluso hablarles a aquéllos que creemos que no nos escuchan por su situación.

Cuando estamos ante un enfermo que creemos que no nos escucha, como puede ser un enfermo en coma o un enfermo con demencia avanzada, es aconsejable que le digamos aquello que sabemos que le agradaría oír.

Usted defiende la necesidad de las caricias en la educación. ¿Tan poco cariñosas son las familias de hoy?

Tal vez las prisas, el poco tiempo del que disponemos, no nos permiten manifestar nuestro afecto a nuestros hijos con las caricias. Si ellos no han sentido esas caricias, tampoco las sabrán apreciar ni darlas cuando quien esté junto a ellos las necesiten. Puede ser que a nosotros algún día nos cuiden nuestros hijos con sus caricias... Pero para que lo hagan han tenido que recibirlas cuando todo se aprende, y eso es en la infancia.

 

contacto

«No hemos perdido la cualidad del contacto humano; el problema es que no la empleamos».

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