Para un veterano de la música country, las canciones son puras vivencias
«Corazón rebelde»
Jeff Bridges es el máximo favorito para ganar el Óscar por su interpretación de un viejo cantante de country que renace de sus cenizas. Ha recibido ya el Globo de Oro de Mejor Actor, así como el de Mejor Canción por «The Weary Kind», que en parte también es suyo porque la canta con todo el sentimiento de su personaje. A estas dos firmes nominaciones a los Óscar se une una tercera, la de su compañera Maggie Gyllenhaal, que opta como Mejor Actriz de Reparto.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Al eterno nominado le ha llegado su hora, porque a Jeff Bidges no se le puede escapar el Óscar en su quinta intentona. El veterano actor, que ya ha cumplido los 60, fue nominado por primera vez con tan sólo 22 años, cuando fue lanzado por Peter Bogdanovich en «The Last Picture Show». Desde aquella reveladora interpretación, es ya como un personaje de las novelas de Larry McMurtry y forma parte de la cultura norteamericana más arraigada, así que nadie como él para encarnar a Bad Blake, el viejo cantante country de «Crazy Heart».
Pero Jeff Bridges no sólo se postula a la estatuilla de Mejor Actor, sino que además ha conseguido que la canción «The Weary Kind» esté también nominada. El tema está compuesto entre T-Bone Burnett, que es de su quinta, y el joven representante del estilo musical denominado «americana» Ryan Bingham, quien además tiene un papel secundario en la película. He escuchado la versión de Ryan Bingham y me deja frío, mientras que la de Jeff Bridges me pone la piel de gallina. Es cierto que el actor tiene experiencia previa como cantante, ya que publicó un disco hace diez años, pero no se trata de eso. Tiene que ver más con su método de actuación, con su manera de transformarse en Bad Blake, en hablar como él, cantar como él, sentir como él lo haría.
Y, sin embargo, no hay ningún artificio en su caracterización. Jeff Bridges se comportar de forma absolutamente natural, haciendo suyas las vivencias del personaje, expresadas profunda y emocionadamente a través de sus canciones. El espectador que contempla la película llega a creer que realmente el actor es quien ha vivido esas experiencias que dan un poso especial a todo lo que canta.
En bares de carretera
La historia de Bad Blake es tan vieja como todas las que hablan de músicos de la carretera, pero constituye en definitiva la crónica de la vida misma, por lo que todos los cineastas sienten alguna vez el compromiso de volver a contarla. No hay nada de raro, por lo tanto, en que un debutante también se sienta atraído por ella. El hasta ahora actor Scott Cooper, que no ha logrado destacar delante de la cámara, encuentra con «Crazy Heart» la posibilidad de convertirse en un realizador y guionista con futuro.
Su adaptación de la novela de Thomas Cobb no va a romper los moldes del cine de bajo presupuesto que se apoya en el oficio de intérpretes veteranos, pero son éstos los que hacen remontar una narración todavía insegura, dotándola de fuerza y pasión.
Robert Duvall produce la película, porque conoce bien el ambiente del country, más aún desde que ganara un Óscar por la película del australiano Bruce Beresford «Gracias y favores». Es un frecuentador de los paisajes de la Norteamérica profunda, que se mueve por ellos como pez en el agua. Jeff Bridges adopta esa misma postura de pertenecer a los escenarios de «Crazy Heart», como si llevara toda su existencia cantando en garitos de mala muerte.
Ahora bien, Bad Blake está ya cansado de arrastrarse por los reducidos escenarios de los bares de carretera, reflejando una decadencia artística que se deriva de los litros de alcohol que acumula en sus venas y de las muchas relaciones sentimentales fracasadas.
Para empeorarlo siempre le acompaña la sombra del fracaso, que se manifiesta provocativamente por medio de su aventajado discípulo, incorporado por el irlandés Colin Farrell. Es más joven, más atractivo e, inevitablemente, tiene más éxito que su maestro, aunque todo lo haya aprendido de él. Para Blake es duro vivir con eso, sabiendo que alguien más joven ocupa tu lugar cuando tu tiempo ya se ha pasado.
El canto del cisne
Hoy en día hay un renacer de viejas figuras de la música popular, seguramente debido a una falta de relevo generacional. Y Bad Blake, pese a su trayectoria descendente, tampoco es ajeno a esa nueva oportunidad que se les brinda a los artistas con tablas que aún no han dicho su última palabra. En su caso revive gracias a la influencia de una mujer, una periodista que entra en su mundo. En principio, ella cree que la riqueza biográfica del viejo cantante merece un libro bien documentado, por lo que desea recapitular datos de primera mano. Pero no tarda en convertirse en algo más que una biógrafa oficial, volviéndose una inspiración para Bad Blake, que le dedica la canción «The Weary Kind», la cual va suponer a la postre su relanzamiento. La actriz Maggie Gyllenhaal, nominada igualmente al Óscar por su papel, es el motor que saca a este hombre cansado de su desgaste emocional, logrando que vuelva a componer.
No se puede vivir eternamente de rentas, de los viejos éxitos. Un cantautor necesita escribir nuevos temas para seguir activo dentro de la cada vez más competitiva escena musical, donde es muy complicado hacerse un sitio. A veces también viene bien una renovación estilística, el encontrar otros medios para transmitir mejor lo que uno lleva dentro. El productor musical Rick Rubin es el mayor genio en resucitar a viejos talentos, ya que la fórmula que aplicó con Johnny Cash en sus últimos años después ha servido para su colega Willie Nelson, o para Donovan o Neil Diamond. Tiene un sistema infalible para desnudar los arreglos y realzar las voces de estos veteranos, haciendo que suenen de un modo sobrecogedor, con un empaste imposible de alcanzar por parte de alguien que empieza.
Un ejemplo perfecto de todo esto lo tenemos aquí mismo, representado por Ruper Ordorika, quien con su último impresionante disco «Haizea garizumakoa» se ha superado, gracias a no estancarse y a probar a salir fuera, grabando en un estudio de Nueva York con músicos de allí. Es el viento fresco que traen las colaboraciones, máxime si el artista veterano se rodea de los integrantes de un grupo joven, que es lo que ha hecho el mítico cantautor valenciano Julio Bustamante al integrarse en Maderita. En el rock sucede otro tanto, y ahí está la banda donostiarra Señor No, culpable de la reactivación de la carrera de Roy Loney, fundador del legendario grupo de los 60 Flaming Groovies, y que vive su segunda juventud con un disco y una gira arrolladoras.
No conviene enterrar antes de tiempo a los viejos rockeros, que son capaces de dar lo mejor de sí mismos a nada que reciban los estímulos necesarios para recuperar la ilusión perdida.
La carrera musical de T-Bone Burnett recorre cinco décadas, pero su especialización como compositor de bandas sonoras es más reciente y está muy ligada a la figura de Jeff Bridges. Es así porque fueron los Coen, rendidos admiradores suyos, los que le reclamaron para el cine. Todo empezó con «El gran Lebowski», película emblemática para el actor, y luego ya el disco de «O Brother» recibió una lluvia de premios por su condición de verdadera antología de la música de raíces norteamericana. Profundizó todavía más en los sonidos folkies con las canciones de «Cold Mountain», de las que la titulada «The Scarlet Tide» estuvo nominada al Óscar. El éxito se volvió a repetir con «En la cuerda floja», aunque esta vez las canciones eran del gran Johnny Cash. Pero es en la producción y en los arreglos donde más brilla T-Bone Burnett, que ha trabajado para Willie Nelson, Roy Orbison, Steve Earle, K.D. Lang, Alison Krauss-Robert Plant, B-52, Los Lobos, Bob Dylan, Elvis Costello, B.B. King, The Wallflowers, Gregg Allman, Cassandra Wilson, Sam Shepard y tantos otros.
M.I.
«Cuando le envías un guión a Robert Duvall y te dice `Sí', ya es casi como todo lo que podrías haber soñado», ha asegurado el director de la película, Scott Cooper. Duvall está en la producción de la película y además interpreta un papel.
Dirección: Scott Cooper.
Intérpretes: Jeff Bridges, Maggie Gyllenhaal, Robert Duvall, Colin Farrell.
Música: T-Bone Burnett y Stephen Bruton.
País: EE.UU., 2009.
Duración: 112 minutos.