El debutante Abel Ferry exhibe la suficiente pericia técnica para un rodaje de riesgo en la alta montaña, pero a una realización que pretende ser impactante le acompaña un guión lleno de tópicos, sobre todo en su segunda parte, la cual deriva hacia el tan explotado esquema argumental de amenaza externa para el grupo de excursionistas que ha de enfrentarse a un peligro desconocido.

Es un desarrollo tópico que echa por tierra el planteamiento inicial, más pegado al thriller sobre aventura y deporte de riesgo. En un principio, la tensión nace de los enfrentamientos internos del grupo, debido al enfrentamiento entre dos de los montañeros por una misma chica. Una rivalidad a la que se suma el hecho de que no todos los componentes de la expedición sean igual de expertos, circunstancia que obliga a tomar decisiones equivocadas confiando en la supuesta experiencia de quien se arroga el papel de líder sin merecerlo.