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Txema Landa I Miembro de Euskaria Fundazioa

Identidades, política identitaria

La afirmación identitaria sólo se cuestiona, no siempre virginalmente, cuando afecta a la unidad, sea ésta constitucional, monárquica o republicana, española o francesa. En realidad no se cuestiona, se persigue

Leía un artículo de opinión en el que unas personas de varios pueblos de la Ribera de Navarra autodenominados de izquierdas decían, por enésima vez, que NaBai era más identitario que de izquierdas. Nada dicen del ramalazo identitario de IUN, PSN, o ellos mismos -de la Ribera-.

No sé lo que las gentes de NaBai opinarán al respecto, pero como el asunto identitario es recurrente y casi siempre se usa como concepto descalificador hacia los que defendemos una determinada identidad, dejaré una serie de apuntes de lo que a mi modo de ver tiene de identitario el quehacer de todas y cada una de las actividades humanas -salvadas las poco frecuentes excepciones-.

Empezando por el tratamiento de la inmigración, desde las políticas más a las menos razonables, nacen de «el nosotros» y «el ellos», nacionales y extranjeros, es decir nace de la afirmación de una identidad nacional, no conozco ningún caso en el que no se dé esta pauta, ni en la derecha, incluida la extrema derecha, ni en la izquierda, incluida la extrema izquierda. Otra cosa es el cómo se afronta, pero la carga identitaria es indudable. No me extenderé con el asunto de la posible obligatoriedad de La Marsellesa. Ni tampoco reincidiré en el hecho que la mayor parte de los inmigrantes en Euskal Herria tienen nacionalidad española o francesa.

El caso mas llamativo es el de las ONG; pocas de ellas, por cierto, se afincan formalmente en naciones como Catalaunya o Euskal Herria. De entre ellas el caso más paradigmático es el de la Cruz-Media Luna Roja, según pinten los bastos. Pero todas y cada una de ellas tienen su sede identitaria en naciones estado, siendo como son organismos no gubernamentales y transnacionales.

Una sentencia identitaria, por excelencia, ha sido la del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) sobre la inclusión del término Euskal Herria en el currículo vasco. Y es desgarradoramente identitario que alguien haya recurrido, que se haya admitido a trámite y finalmente que haya habido sentencia, no el sentido de la sentencia si no la sentencia misma.

Ningún ciudadano en su sano juicio se dirige a un tribunal para que aclare el significado y o alcance de un termino como Euskal Herria. De consultarlo lo debiera hacer a la academia de la lengua vasca o la española, puede que en la francesa, si es caso, lo consulta en la enciclopedia británica. Y digo nadie llevará a nadie a los tribunales por si se debe decir Hispano América, Latino América o Sur América. Tampoco por México o Méjico.

Un caso chocante, cuando menos, es el de las Federaciones de Pelota Vasca: la única que no existe es precisamente la vasca, la que debiera representar al conjunto de Euskal Herria.

Otra identidad de la que no hablan es de la identidad de clase, me extraña que gentes de izquierdas no la menten. Tampoco se meten con la identidad sexual, pero espero que estas identidades sí las defiendan.

En todo caso, la afirmación identitaria solamente se cuestiona, no siempre virginalmente, cuando afecta a la unidad, sea ésta constitucional, monárquica, o republicana, española o francesa. En realidad no se cuestiona, sino que se persigue.

A nadie en su sano juicio se le ocurre preguntar a una persona uruguaya por qué no se siente alemana; no es que no se sienta alemana, simplemente es uruguaya. De igual manera somos bastantes los que no es que no nos sintamos españoles o francesas, simplemente somos vascos y vascas. No es que tengamos un pleito identitario, simplemente somos lo que somos y punto.

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