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Amy Goodman (2010/2/11)

Perdónanos Haití

La tragedia del terremoto haitiano continúa desatándose con características como la demora en la entrega de ayuda, el terrible número de amputaciones realizadas por urgencia médica, más de un millón de personas sin hogar, quizá 240.000 muertos, hambre, deshidratación, el surgimiento de infecciones y enfermedades causadas por el agua y, pronto, la llegada de la estación lluviosa, seguida de la temporada de huracanes. Haití sufrió un golpe de gran magnitud, un terremoto para el que su infraestructura no estaba preparada tras décadas - no, siglos- de manipulación militar y económica por parte de gobiernos extranjeros, en particular de Estados Unidos y Francia.

Ahora es fundamental cancelar la deuda externa de Haití, para que el país pueda dedicar sus escasos recursos a la reconstrucción, en lugar de al pago de la deuda. Los ministros de economía del G-7 se reunieron en Canadá esta semana y anunciaron el perdón de la deuda bilateral entre los estados miembro y Haití. Pero las deudas con el Banco Mundial, el FMI y el BID continúan. El FMI, incluso, prometió a Haití un préstamo de 100 millones de dólares luego del terremoto, pero esa polémica promesa suscitó una condena generalizada y desde entonces se ha comprometido a convertir ese dinero en un fondo de ayuda.

Los terremotos por sí solos no generan desastres como el de la magnitud que ahora está sufriendo Haití. Las naciones ricas han explotado a Haití durante demasiado tiempo, negándole el derecho a desarrollarse en forma segura, soberana y sustentable. La llegada efusiva de apoyo mundial para los haitianos debe ir acompañada de fondos de ayuda a largo plazo, sin condiciones, y del perdón inmediato de todas las deudas del país. Teniendo en cuenta su responsabilidad en la grave situación de Haití, Estados Unidos, Francia y las otras naciones industrializadas deberían ser quienes busquen el perdón.

(Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna)

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