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Los chinos que viven enEuskal Herria reciben hoy el nuevo año regido por el tigre y el metal

Cuarenta y cinco días después de que los occidentales estrenáramos el año 2010, los chinos harán lo propio con el suyo, que comienza hoy bajo el símbolo del tigre. Los casi 5.000 chinos que residen en Euskal Herria también celebrarán el que es, según su calendario, el año 4708. Opinan que «la influencia de Occidente es cada vez mayor», y que, por lo tanto, «resulta difícil mantener los pequeños rituales».

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Oihane LARRETXEA I

El día de Año Nuevo en China es muy familiar, de comer mucho -y bien-, y de realizar pequeños rituales. Pero tal y como explica Pedro Li, hasta hace cuatro años presidente de la Asociación de Chinos de Euskadi, «a tantos kilómetros de casa es imposible festejarlo de la misma manera que si estuviéramos allí», aunque no por ello dejan de celebrarlo. El número de personas procedentes del gigantesco país asiático es cada vez mayor. Según calcula Li, alrededor de 5.000 chinos habitan hoy en día en Euskal Herria, y vivir en Occidente influye. Así, los chinos y chinas que durante las vacaciones de Navidad no vuelven a casa para visitar a los familiares, celebran por un lado el Año Nuevo occidental -el 31 de diciembre-, y también el oriental, que coincide con la segunda luna nueva tras el solsticio de invierno boreal, el 22 de diciembre.

Li explica que «el día más importante de la festividad es el primero», aunque el Año Nuevo chino se prolonga en realidad durante quince días, este año hasta el 28 de febrero. En la entrada al nuevo año se les reparte a los sobrinos un sobre de color rojo con dinero, una cantidad que se debe «gastar con sabiduría»: «Muchos chinos mantenemos esta tradición a pesar de vivir aquí. El último día, la gente sale a la calle con lámparas de papel para lanzarlas al aire, pero este ritual en cambio es muy difícil de mantenerlo viviendo aquí. De hecho, no lo hacemos».

Cena con la familia y antepasados

Por diversas circunstancias, también vecinos de Euskal Herria despidieron ayer el año chino, para dar la bienvenida hoy al nuevo. Es el caso de Inma Vázquez, de Iruñea, quien hace nueve años adoptó a su hija Elia Fanquian -que significa «belleza» y «fortaleza»- de Nanning, en el sur de China. Ayer mismo se reunieron, «en una fiesta especial, madres y padres de niños y niñas chinas para celebrar el Año Nuevo. Queríamos hacerlo con un dragón, pero en una ciudad con una comunidad china tan pequeña resulta difícil encontrar este tipo de cosas», lamenta Inma Vázquez.

Adela, profesora de origen chino de la acamedia Chinastellano del barrio donostiarra de Gros, tenía previsto anoche cenar y «aprovechar así para enseñar a mis alumnos donostiarras cómo es nuestra fiesta de fin de año» Explica que los estudiantes se han mostrado «curiosos e interesados» ya que «aparte de estudiar el idioma, también conocerán parte de la cultura». En la mesa se degusta carne de cerdo y de pollo y también pescado, elemento «imprescindible» en la dieta china, y matiza que «no se comen uvas». La cena comienza a las 23.00 horas, porque en el horario tradicional chino -que consta de doce horas, y no de veinticuatro-, ésa es la primera hora de la jornada.

A pesar de vivir en Donostia, Adela no festeja la Nochevieja occidental, ya que aprovecha esos días de vacaciones para volver a casa: «Allí el uno de enero no es un día espe- cialmente importante, la gente va a cenar, pero no hacemos nada del otro mundo. Eso lo dejamos para nuestro Año Nuevo».

Li pertenece a ese grupo de chinos que despiden el año dos veces, una por Euskal Herria y otra por China: «Mis padres son mayores y para ellos es muy importante celebrarlo según manda su cultura. Mi madre lleva días organizándolo, así que cenaremos y veremos en directo vía satélite cómo nuestro país entra en el Año del Tigre», cuenta Li. En la cena de Año Nuevo tienen además muy presentes a los antepasado,s ya que «nosotros estamos aquí gracias a ellos», relata Li. «Por eso, antes de empezar a cenar -explica-, les ofrecemos el alimento primero a ellos en señal de agradecimiento, y les ponemos sus cubiertos en la mesa; ellos nos protegen desde algún lado». Cuenta que su hija, en cambio, no le da tanta importancia a todo esto: «Ella ha nacido aquí y por lo tanto se siente vasca. China es para ella el país de su madre y de su padre», admite Li.

Elia Fanquian, a pesar de tener nueve años, conoce sus orígenes, y estudia, al igual que su ama, el chino mandarín porque «es la lengua de su país de origen y puede ser el idioma del futuro», cuenta Vázquez.

El interés por la cultura china nació a raíz de la adopción, y a Elia se lo han inculcado también. «Ahora estamos escribiendo historias porque vinieron con pocos meses; algunos rechazan que les hables de China y otros en cambio, no. Pero, en definitiva, lo que intentamos enseñarles es que tenemos que aprender los unos de los otros», concluye Inma Vázquez.

Doce animales y cinco movimientos crean un ciclo de sesenta años

Según explica Li, cada año chino es la combinación entre un animal y un movimiento. En total existen doce animales y cinco movimientos -tierra, agua, fuego, aire y metal- que se combinan de manera aleatoria hasta cumplir las 60 combinaciones posibles. «El ciclo completo consta de 60 combinaciones -detalla Li-; es decir, de 60 años, que es la esperanza de vida que tenían las personas antiguamente». El año que comienza hoy es el año del tigre y del metal. Según los maestros del Feng Shui será un año feroz aunque bueno para los negocios, y no tanto, en cambio, para casarse. O.L.

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