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La feria cubana del libro se ha convertido en un importante acontecimiento cultural

Abierta hace apenas un par de días en la capital de Cuba, La Habana, la edición anual de la Feria del Libro ha convocado ya a miles y miles de capitalinos de todos los colores, edades y sectores a retomar la letra impresa como instrumento de cultura y conocimiento. Y así lo seguirá haciendo hasta el próximo domingo.

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Josemi ARRUGAETA I

El Castillo de San Carlos la Cabaña, que protege desde su altura la entrada de la bahía habanera, acoge desde el pasado jueves y hasta el próximo domingo, la sede principal de la ya tradicional Feria anual del Libro. La enorme fortaleza con sus contrafuertes, fosos, baluartes, plazas y recintos, resulta un espacio lleno de encanto, que mira de frente a la ciudad desde sus gruesas y viejas murallas.

Se supone que el libro es el protagonista principal de estos días, pero en cuanto nos adentramos en el antiguo recinto militar el inmenso y colorido gentío nos advierte que en realidad este protagonismo es compartido con un público ansioso por ver, hojear y comprar libros, una población que sigue manteniendo en gran medida la lectura como índice y señal de cultura, entretenimiento y formación.

Una verdadera marea humana

Una multitud de personas caminan por las estrechas calles del castillo colonial, recorren los cuatro grandes espacios dedicados a las editoriales expositoras, el pabellón infantil, las galerías donde asienta su sede la interminable librería de venta en pesos cubanos, y los numerosos kioscos que ofrecen libros en ediciones populares o música, además de los puestos de comida, bebida y helados, a los que los cubanos son tan aficionados.

La temperatura es agradable, el invierno tropical se asemeja a una primavera soleada, y esto es importante cuando la sombra escasea y las colas florecen. Una larga hilera para comprar la entrada y acceder a la fortaleza, otra cola respetable para entrar a la gran librería en moneda nacional, colas para los helados, por supuesto... pero es tanta gente que parece imposible organizarlo de otra manera, las filas caminan relativamente rápido y no se observan enfados o cansancios en ellas, la gente ha venido a pasar el día entre libros y actividades culturales, y el ambiente general se asemeja mucho a una salida de domingo en familia.

Niños y jóvenes, invitados especiales

Los niños y los jóvenes destacan por su cantidad y bullicio, en estos días tienen vacaciones escolares y los padres aprovechan para traerlos a la Feria, muchos de ellos van cargados de libros mientras otros hojean con curiosidad sus nuevos tesoros, sentados en las aceras.

Las editoriales cubanas hacen un esfuerzo muy especial dirigido al público más joven. La literatura infantil y juvenil representa casi la mitad de los títulos y tiradas especiales que se hacen para este encuentro cultural, a veces son ediciones muy modestas, en otras ocasiones las ilustraciones obligan a un mayor esfuerzo económico, pero en cualquier caso los precios son muy baratos para que todos tengan posibilidades de adquirirlos.

El analfabetismo es una enfermedad erradicada hace casi 50 años en Cuba, pero saber leer y escribir no es suficiente, entrenar esas capacidades constantemente es un reto permanente, hacer de la lectura un hábito comienza en muchas ocasiones en edades tempranas y en ese sentido los niños y jóvenes parecen ser todos los años los «invitados más especiales» de este encuentro.

Algunas cifras para muchos libros

Las datos no alcanzan por sí solos para reflejar con fidelidad el impacto social de un acontecimiento como esta verdadera fiesta popular del libro, pero nos sirven al menos para comprender parte de su trascendencia y repercusión. A pesar de que el país continúa sometido a un criminal bloqueo económico y comercial, las instituciones editoriales cubanas hacen un enorme y muy consciente esfuerzo para que la cultura, que siempre ha constituido pieza angular en la formación y desarrollo de la nacionalidad, jugando a favor de su independencia, continúe siendo un escudo de la nación. En esta ocasión algo más de mil títulos, entre reediciones y nuevas ediciones, en tiradas que alcanzarán la respetable cifra de siete millones de ejemplares, serán puestos a la venta a todo lo largo del país caribeño.

En lo que se refiere a La Habana, además de la sede principal en la Fortaleza de la Cabaña, otros dos grandes recintos, el Pabellón Cuba, situado en la popular Rampa capitalina, y la Feria de Rancho Boyeros, cercana al aeropuerto José Martí, acogen también exposiciones y venta especiales de libros, así como las 46 librerías distribuidas a lo largo de la ciudad. Y a partir del día 21 de febrero la Feria se irá trasladando por todas las provincias y territorios de la República hasta culminar el 7 de marzo en la zona Oriental de la Isla.

Invitados y escritores

Nos hemos ido acostumbrando a medir de manera general el éxito o la relevancia de un encuentro cultural en base a las personalidades, o nombres propios, que acuden y visitan el mismo, y de acuerdo a las cifras de «negocios» finales. Por lo tanto, lo primero que hay que subrayar es que en este sentido la cita editorial cubana seguramente resultará, bajo esos parámetros, modesta. Pero esta circunstancia no le quita ninguna importancia desde otras lecturas posibles.

Por ejemplo, con Rusia como Estado invitado, se retoma el acceso a una relación cultural de casi cinco décadas, durante las cuales los lectores cubanos tuvieron la oportunidad de conocer la literatura rusa clásica y soviética moderna, de primera mano. Y si la asistencia del Presidente cubano Raúl Castro a la apertura oficial de la Feria, le confiere rango de «voluntad política de Estado» al acontecimiento cultural, la presencia del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia corresponde a la importancia de ser el país al que se dedica esta edición, lo cual ha venido acompañado además de un nutrido grupo de editoriales, escritores, músicos y artistas rusos, entre ellos conocidas figuras del Ballet Bolchoi, que harán una presentación especial en La Habana durante estos días.

Aparte de la numerosa representación de intelectuales cubanos de calidad, ya de por sí fundamental a la hora de mirarse en el espejo de casa, y de la importante delegación rusa, el listado se completa con los ministros de cultura de Paraguay y de El Salvador (país que apenas hace unos meses reestableció sus relaciones diplomáticas con Cuba). A ello hay que sumarle una veintena de escritores, ensayistas e investigadores sociales de diversos países que mantienen una estrecha relación con la Cuba actual. Todo esto sin olvidar otros nombres como la novelista canadiense Margaret Atwood, o a la premio Nóbel de Literatura 1991, la sudafricana Nadine Gormider, para los amantes de las personalidades.

Los lectores, sin ninguna distinción

Pero en el caso de la Feria cubana del Libro, y valga como ejemplo, lo más importante finalmente no serán las personalidades asistentes, aunque sin duda aportan luz y brillo a un acontecimiento de este tipo, ni los montos de venta, aunque puedan llegar a ser significativos, sino los algo más de 7 millones de cubanos y cubanas, de todas las edades, colores y lugares de residencia que durante estas tres semanas van a disfrutar del libro como instrumento de comunicación y cultura, como si fuese un bien básico al alcance de todos, y es obligatorio señalar en este sentido que los precios para las ediciones nacionales, en pesos cubanos, oscilan entre el equivalente a unos 0,50 centavos de euro y 1 euro, mientras que los casi 50 expositores extranjeros hacen un esfuerzo, sin duda solidario, para poner un considerable fondo editorial, en títulos y cantidades, al alcance de los bolsillos cubanos, con lo cual se pueden adquirir títulos de estas editoriales por precios en un rango que oscila de 1 a 5 euros.

La Feria del Libro cubana se ha convertido desde hace casi diez años en el acontecimiento cultural más importante y masivo del país caribeño, pero también nos enseña que su trascendencia hay que valorarla más en el sentido de la socialización cultural y de que el libro sea un objeto asequible, que con datos, personalidades y cifras globales. Hacer que la cultura esté al acceso de todos, como un bien público, y que forme parte de la misma identidad nacional es un valor a reivindicar, este parece ser el espíritu que mueve anualmente la Feria del Libro y que Cuba celebra como una fiesta popular.

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