Adrià niega que vaya a cerrar definitivamente el Bulli tras revelar fuertes pérdidas
GARA |
El cierre del restaurante El Bulli, el mejor del mundo según algunos críticos y con lista de espera de tres mil personas, podría no ser temporal, sino permanente, tras haber registrado pérdidas anuales de medio millón de euros. De hecho, así lo habría afirmado Ferran Adrià a «The New York Times», aunque tras difundirse asta noticia el cocinero salió anoche a la palestra para negar el cierre definitivo y para culpar a un error de interpretación en la entrevista concedida al medio estadounidense.
El pasado mes de enero, el afamado cocinero afirmó en Madrid que el cierre del restaurante, ubicado en Roses (Girona), sería en realidad un paréntesis de dos años, y que sus planes eran volver a abrir en el 2014. Si bien Adrià no ahondó en las causas del cierre, en noviembre pasado se refirió a la crisis económica y a la necesidad de que los restauradores tengan «conciencia» de empresarios y hagan un control presupuestario exhaustivo en sus establecimientos. Ahora, «The New York Times» -el mismo diario que le dedicó un especial de doce páginas en 2003- afirma que esta semana él y su socio tomaron la decisión de que el cierre fuera permanente, y que en su lugar abrirán un centro de estudios de alta cocina avanzada.
Durante años, El Bulli -merecedor de las máximas calificaciones de las Guías Campsa, Michelín, Gourmetour y GaultMaillau- cerraba durante seis meses para que Adrià y el resto de cocineros pudieran dedicarse a innovar y a desarrollar nuevas técnicas. El restaurante es conocido por deconstruir los platos e invertir los estados físicos de los ingredientes, de manera que las salsas se convierten en alimentos sólidos, y los sólidos, en aromas o espumas. Según afirma Adrià ahora, continuar con el «ritmo bestial» que impone El Bulli, es imposible.
Decisión económica
En la entrevista con Andrew Ferren -que aparece en el blog «Diner's Journal» del NY Times-, el cocinero revela el peso económico de la decisión de cerrar el galardonado restaurante, tras confesar que él y su socio, Juli Soler, sufren pérdidas anuales de medio millón de euros con El Bulli y su taller de cocina en Barcelona. «Es preferible que dediquemos el dinero a algo más grande, que permita expandir el concepto y el espíritu que El Bulli representa», asegura el cocinero en el blog culinario del diario.
La nueva academia, indica, será «un lugar de libre pensamiento y para lanzar nuevas ideas» sobre gastronomía. Trabajará probablemen- te con escuelas de cocina de todo el mundo y buscará nuevos estudiantes, quizás unos 25 el primer año, que tengan los mayores niveles profesionales y de entrenamiento. Adrià no tiene planes de abrir otro restaurante, aunque tampoco lo descarta.