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Los combatientes talibán dejan una ciudad minada a los ocupantes

«Juntos». Es el nombre de la gran ofensiva lanzada por la OTAN contra los talibán en la provincia de Helmand. La participación en la misma de las tropas afganas es crucial para las fuerzas ocupantes, empeñadas en un cambio de estrategia que les lleve a ganarse el corazón de los afganos. Ayer se hicieron con una ciudad sin apenas resistencia.

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Unos 15.000 soldados de las fuerzas ocupantes y de sus aliados afganos, liderados por los estadounidenses, dieron inicio oficial ayer a una más que anunciada «gran ofensiva» contra un bastión talibán en el sur de Afganistán, pero sólo encontraron una «resistencia mínima», según señalaron fuentes militares de la OTAN.

Esta operación militar es la más masiva de las fuerzas internacionales desde el anuncio del envío de un refuerzo de 30.000 soldados estadounidenses hecho por el presidente de EEUU, Barack Obama, en diciembre pasado, con el fin de invertir el curso de la guerra después de que se intensificara la actividad armada de los talibán.

Por lo menos cinco presuntos insurgentes murieron en las primeras horas del asalto, aseguró el famélico Ejército afgano, cuya actividad es examinada con lupa por todas las fuerzas extranjeras, que desconfían más o menos abiertamente de sus teóricos aliados locales. «De acuerdo con nuestras primeras informaciones, cinco enemigos murieron en dos lugares diferentes y en combates cuerpo a cuerpo», declaró a la prensa Sher Mohamad Zazai, el comandante del cuerpo Nº 205 del Ejército afgano, a través de un enlace de vídeo desde Lashkar Gah, la capital de Helmand.

60 helicópteros

La «operación Mushatarak» (Juntos) comenzó antes de la madrugada de ayer, cuando 60 helicópteros lanzaron efectivos de la Infantería de Marina estadounidense y tropas afganas en la ciudad de Marjah, en el cinturón del cultivo de amapola de la provincia de Helmand.

«A las 02:30 hora local, helicópteros dejaron caer fuerzas mixtas en la ciudad de Marjah -declaró el teniente Josh Diddams, portavoz de la Infantería de Marina estadounidense en Helmand-. Estamos avanzando en tierra y encontramos una resistencia mínima», agregó, confirmando lo ya adelantado por los analistas: que los talibán iban a evitar el choque frontal con una fuerza que saben muy superior.

Además, tres soldados de EEUU murieron ayer al estallar una bomba en el sur de Afganistán, anunció la OTAN. Un portavoz de dicha organización aseguró a Efe que los americanos fallecieron en un ataque fuera de Helmand que no tiene nada que ver con la ofensiva Mushatarak. También falleció un soldado británico, como consecuencia de una explosión en una carretera de Helmand. Sería la primera baja de la OTAN reconocida oficialmente. Poco después se informaba de la muerte de un militar estadounidense en Marjah.

El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, emplazó nuevamente a los talibán a deponer las armas. «Pido a los talibán que aprovechen esta oportunidad para renunciar a la violencia y reintegrar la vida civil junto a otros afganos, por el bien del país», señaló un comunicado de la Presidencia afgana.

Karzai también recomendó a las tropas afganas e internacionales «la mayor prudencia a fin de evitar que se haga daño a civiles», añadió dicho texto en consonancia con una de las principales ideas de la nueva estrategia ocupante.

Minas en el este

El ministro afgano de Defensa, el general Abdul Rahim Wardak, ofreció una rueda de prensa en Kabul para informar del desarrollo del asalto militar y dijo que las tropas aliadas por el momento tan sólo se han visto envueltas en episodios de «resistencia esporádica». «En el flanco este han minado profusamente la zona, así que tenemos que ir despacio en el proceso de limpiar el área. Por ahora el avance sigue según lo previsto», resumió. El ministro afgano constató que en el pasado las fuerzas extranjeras y afganas han arrebatado a los insurgentes algunos de sus bastiones, pero tras el esfuerzo militar «no había una presencia permanente de las fuerzas de seguridad» que protegiera a los civiles.

El general Abdul Rahim Wardak garantizó que esta vez los efectivos permanecerán sobre el terreno y expresó su deseo de que la magnitud de la ofensiva desaliente a los talibán que actúan en otras provincias y los empuje a entablar el diálogo con las autoridades, objetivo al que la llamada comunidad internacional dio luz verde en la Conferencia de Londres de finales de enero. «Necesitaremos tener más éxitos (militares) para crear esta percepción», admitió.

Responsables militares describen Mushtarak como la ofensiva más importante de las fuerzas ocupantes desde el comienzo de la invasión del país, a finales de 2001, para expulsar del poder a los talibán. Sin embargo, los guerrilleros afirman que se trata de una operación «mediática» contra Marjah: «Nosotros matamos a seis soldados extranjeros en los primeros tiroteos», declaró el portavoz talibán, Yusuf Ahmadi.

Kabul quiere el control

Kabul y las fuerzas ocupantes han presentado Mushtarak como la primera fase de una importante operación, que puede durar semanas, «para restablecer el control del Gobierno afgano en la provincia de Helmand, uno de los principales bastiones de los insurgentes islamistas y `granero' de opio», del que el Afganistán posterior a los talibán es, de lejos, el primer productor mundial. Los productores de opio han aprovechado un sistema de irrigación construido hace más de medio siglo en la región con ayuda estadounidense, con el objetivo de convertir la región en el granero del país. Ahora, en lugar de aportar grano a los afganos, aporta opio a todo el planeta.

«La operación pretende limpiar la región de insurgentes y crear las condiciones (para que el Gobierno afgano) traiga más seguridad, estabilidad, desarrollo, estado de derecho, libertad de movimiento y reconstrucción», aseguró la OTAN en un comunicado lleno de buenas intenciones.

El analista político afgano Janan Mosazai declaraba a la cadena árabe de televisión Al Jazeera que la victoria militar ocupante está asegurada, pero que eso sólo traerá consigo el inicio de la segunda fase, mucho más difícil y «crucial».

A largo plazo

En dicha fase, los gobernantes aupados por las fuerzas occidentales tendrán que demostrar a los afganos que su Gobierno es más limpio y eficiente que el de los talibán, que es menos corrupto, que sus fuerzas policiales protegerán a la población en lugar de aprovecharse de ella. «En el mejor de los casos, será un cambio a largo plazo», añadió Mosazai.

La operación se concentra en Marjah y alrededores, con una población de unos 125.000 habitantes. Varios miles huyeron de la zona antes de que empezara la ofensiva, según las autoridades locales. Pero la mayor parte de la población prefirió quedarse, destacó Al Jazeera. Haji Zahir, que ha regresado al país tras quince años en Alemania, será su nuevo gobernador.

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