Ángel Aldalur Plazaola Donostia
Váyase, Sr. López
Sr. López, sin acritud, permítame pedirle que se vaya. Si es verdad lo que pregona y ama a este pueblo, váyase, y lo no haga a regañadientes. Váyase aceptando que el cargo que ostenta le viene grande. Hágalo ahora que estamos a tiempo de restaurar todo lo que usted está destruyendo. Sea sincero consigo mismo, reúna a todo su gabinete y pídales que se unan a usted. Váyanse todos juntos y de paso llévense a todos los que han colocado, es decir, esposas, hermanos, primos y demás parientes. Cójanse un año o mil de paro y apúntese a un Euskaltegi subvencionado. Mézclense con la gente, vivan como ellos, sientan lo que ellos y sufran como ellos las consecuencias de un gobierno sin ideas, un gobierno monocorde, preocupado solamente por el color de las banderas, el revanchismo y ese rencor escondido que fluye y se ve en cada aparición de cualquiera de sus miembros.
Recuerde a Richelieu, mandamás de Francia en aquella su época, al que recuerdan con una placa en su panteón que reza así: «Aquí yace un hombre que hizo el bien y el mal, el bien que hizo lo hizo mal el y el mal que hizo lo hizo bien». Váyase, Sr. López, si no lo quiere hacer por este su pueblo, hágalo por usted mismo, que eso sí se le da bien.