GARA > Idatzia > Mundua

Escándalo en alemania por los abusos sexuales en centros religiosos

La Iglesia católica de Alemania se encuentra sumergida en el mayor escándalo de pederastia de su reciente historia tras conocerse que en varios centros de religiosos pertenecientes a la orden de los jesuitas se cometieron abusos sexuales en las décadas de los 70 y 80. La Iglesia, conocedora de estos hechos, los había ocultado hasta que han salido a la luz.

p020_f01181X140.jpg

Ingo NIEBEL

En el año 2005, la Iglesia Católica recibió un inesperado apoyo por parte de los medios alemanes después de que el alemán Joseph Ratzinger fuese elegido papa. Ahora el clima ha cambiado de forma radical: no hay medio alguno que no está investigando si en alguno de los 27 obispados alemanes se ha producido algún caso de pederastia cometido por un sacerdote. La información se sitúa entre la necesidad de dar a conocer unos abusos cometidos bajo el manto del secretismo con el que la Iglesia católica trata esta cuestión y el interés de los propios medios de aumentar sus ventas en el contexto de la crisis económica que están viviendo.

Ante esta ola de informaciones, los obispos de Berlín y de Hannover han optado por llamar el escándalo por su nombre. Hace unos días, en la capital alemana, se dedicó a las víctimas una misa celebrada en la catedral de la Santa Hedwig. Al mismo tiempo, el deán regional de Hannover, Martin Tenge, se expresó de forma clara y contundente cuando al referirse a la Iglesia señaló: «Toda la institución se ha convertido en culpable porque se ha dotado de la mentalidad del `Por favor, no hablen de ello'». El religioso sostuvo, además, que había que disculparse ante las víctimas. Durante la misa se leyó una carta del obispo, Norbert Trelle, que llamó a las víctimas a ponerse en contacto con su institución.

Más de un centenar

El escándalo se limita, por ahora, a la orden de los jesuitas y sobre todo a su colegio Canisius, de Berlín. El centro escolar es considerado de «élite», porque en él se han formado personas que hoy día ocupan cargos de relevancia en los ámbitos político y económico de Alemania. A finales de enero, el actual rector del colegio, el padre Peter Klaus Mertes, confirmó lo publicado por el diario «Berliner Morgenpost» sobre varios casos de abuso sexual cometidos en las décadas setenta y ochenta del siglo pasado en una carta en la que se disculpaba en nombre del centro ante las víctimas, a quienes instó a «romper el silencio».

Ayer mismo, el diario «Berliner Zeitung» recogía que Mertes ha elevado a más de un centenar el número de víctimas de los abusos cometidos por al menos dos religiosos y que no descarta que las víctimas sean finalmente indemnizadas.

Desde que se hiciera público este escándalo, el número de víctimas sigue creciendo constantemente, y mientras se van conociendo casos parecidos en otros colegios de jesuitas en Hamburgo, Bonn y la Selva Negra, la Fiscalía de Berlín ha comunicado que todos los casos han prescrito al haber ocurrido hace más de veinte años.

A medida en que se van conociendo detalles sobre los abusos sexuales cometidos por determinados sacerdotes, están saliendo también a la luz los pormenores de cómo las instituciones involucradas en ellos han intentado esconder el asunto. De hecho, uno de los dos sacerdotes a los que se responsabiliza de esos hechos, Wolfgang S., confesó recientemente al semanario «Der Spiegel» haber abusado y maltratado a niños y jóvenes con «excusas pseudopedagógicas» durante años y haber informado en 1991 a sus superiores jerárquicos -y también al Vaticano- de los abusos cometidos durante cerca de veinte años.

En el caso del colegio Canisius, ahora se sabe también que ya en 1981 un alumno reveló ante el entonces rector Karl Heinz Fischer el abuso sexual sufrido por parte de un profesor, que le obligó a masturbarse en su presencia para no obtener malas notas, pero el rector ocultó el escándalo. El jesuita implicado fue sustituido a instancias de Fischer, pero parece que la orden no tomó medidas para evitar que se repitieran esas situaciones, ya que la mayoría de los religiosos acusados trabajaba con jóvenes.

«Der Spiegel» publicó en su página web el relato de Ansgar Hocke, de 54 años, que fue alumno del Canisius-Kolleg y trabajó estrechamente con dos de los curas implicados, ahora ya jubilados. En la entrevista, Hocke subraya que no haber sido víctima de abusos ni haber visto cometerlos a los dos sacerdotes implicados, Wolfgang S. y Bernhard E.

Hocke recuerda que los dos miembros de la Societas Jesu eran considerados «curas modernos». «Junto a Wolfgang S., hice un viaje por el País Vasco con alumnos de 15 y 16 años del colegio Canisius. Nos enteramos de la opresión de este pueblo por el régimen de Franco», explica el ex alumno y añade: «me fié de él completamente, estaba entusiasmado por su compromiso con las víctimas de la tortura». Hoy en día cree que este comportamiento era tan sólo una tapadera detrás de la cual los dos aguardaban para «pillar a su siguiente víctima». Hocke dice comprender ahora por qué algunos de los jóvenes se pasaron la noche llorando y por qué no querían decirle qué les había pasado.

Indefensión e impunidad

La indefensión y la impunidad persisten hoy en día. Según el Código Penal, este tipo de abusos sexuales prescriben a los diez años de que la víctima haya cumplido los 18, la mayoría de edad. Por lo tanto, habrá muy pocas condenas. Desde la «Iglesia de base» se propone que la creación de la figura de un ombudsman (defensor del pueblo) independiente para investigar el abuso sexual.

Existe el peligro de que la Iglesia católica opte por aguantar el aluvión informativo hasta que el interés mediático se centre en algún otro tema. Y tampoco faltan reacciones como la del ex director de la redacción alemana de Radio Vaticano, el jesuita Eberhard von Gemmingen, quien comparó públicamente el acoso informático que está viviendo la orden religiosa a la que pertenece con el Holocausto.

El próximo 22 de febrero la Conferencia Episcopal tratará este escándalo.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo