Un thriller psicológico a lo Hitchcock
«Shutter Island»
Esta vez Martin Scorsese se ha quedado totalmente descolgado de la lucha por los Óscar y, para colmo, «Shutter Island» ha tenido una mala recepción en la Berlinale, por lo que ya sólo puede salvarla el gran público.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Los estudios se pegan por los derechos de las novelas de Dennis Lehane, muy cotizado desde que fuera adaptado con éxito por Clint Eastwood en «Mystic River». Y «Shutter Island» no va a ser el último de sus libros en llegar a la pantalla, pues Sam Raimi prepara ya «Any Given Day». Pero, al final, la Paramount no ha sabido que hacer con la película ya terminada. Después de contratar los servicios del paquete formado por el director Martin Scorsese, el actor Leonardo Di Caprio y el director de fotografía Robert Richardson, no han querido o no han podido invertir el dinero que hacía falta para promocionar la película de cara a los Óscar. El llevarla a un festival de prestigio como la Berlinale no ha sido mejor solución, porque allí ha sido mal recibida.
No parece que ese sea su público, porque, a pesar del carácter cinéfilo y multireferencial de la película, no hay que olvidar que nace de una novela que es un homenaje a la literatua pulp. Aún así, lo que Martin Scorsese ha pretendido con «Shutter Island» es llegar al mismo gran público que mordió el anzuelo con «El cabo del miedo», que no era otra cosa que un simple remake en color de un viejo clásico de serie B en blanco y negro. Por tal motivo, el cineasta italoamericano ha hablado del thriller psicológico de Hitchcock como inspiración, pero también de las producciones baratas de Val Lewton.
Ahora bien, si hay una defición que casa con el relato original de Dennis Lehane es la de «kafkiano». Scorsese lo sabe mejor que nadie, y ha tenido igualmente muy en cuenta a Orson Welles y «El proceso». De ahí surge el ambiente de pesadilla, debido a que la acción transcurre en una laberíntica institución psiquiátrica, en la que la numeración de las celdas acaba obsesionado al detective que investiga la desaparición de una de las pacientes, hasta empujarlo a la locura.
Otro factor desencadenante de las alucinaciones del protagonista es su pasado, el cual forma parte del misterio mismo. Visiones del campo de concentración de Dachau se entremezcla con la sensación de aislamiento que predomina en el penal para dementes peligrosos, al estar situado en una isla frente a las costas de Boston. Un sitio ideal para que Max Von Sydow luzca su aspecto más siniestro de mad doctor, creando temor e inquietud en medio de la oscuridad del patio de butacas.