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Raimundo Fitero

Mucha suerte

Una de las reporteras de «Comando actualidad» pronunció las palabras delatadoras de su intención: «Mucha suerte» le dijo a un taxista en la Gran Vía madrileña y se convirtió en una «callejera». En la vida no hay que desear suerte, sino que hay que reclamar justicia. Este programa de la primera estatal se diferenciaba precisamente por eso, por tratar de manera natural, sin soberbia, sin morbosidad a las personas y las situaciones que nos retratan. Y lo hacen bastante bien. Rozando los asuntos sociales de denuncia, los que no dejan indiferentes, pero sin utilizar esas dos palabras que convierten la solidaridad, el reporterismo en caridad, en acto evangélico. Admitamos que fue un desliz, por si repiten los abandonaremos a su suerte.

Por cierto, ¿este programa del que hablamos es de producción propia o externa? Externalizar es una de esas palabras mágicas que utilizan los neoliberales para desmembrar las estructuras fuertes que pueden tener fuerza sindical. Lo externalizado, en los asuntos televisivos, es mucho más débil. Subcontratas, sueldos baratos, contratos basura y enriquecimientos particulares. Este instrumento puede ser lícito y práctico en ciertas circunstancias, pero en entes públicos con personal para cubrir todo el organigrama productivo levanta muchas sospechas la duplicación. Contratar fuera, cuando dentro se tienen a muchos con las manos cruzadas es un despilfarro que roza el delito.

En RTVE después de la criba de mayores de cincuenta y dos años y con un presidente octogenario, suenan rumores demasiado insistentes sobre medidas más drásticas y sus trabajadores están realizando movilizaciones, concentraciones gritando consignas que reclaman la mejor utilización de las plantillas existentes, la valoración del personal en nómina y contra la externalización de tantos programas como es la tónica actual. Tanto la radio pública como la televisión han informado en sus informativos de estas movilizaciones. Esta normalidad informativa y democrática, nos parece excepcional. Un mal síntoma. Aquí no hay que pedir suerte para los trabajadores sino que debe instaurarse la justicia y los buenos hábitos contractuales.

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