La argentina Smirnoff y la bosnia Zbanic, dos lecciones de cine de nuevo cuño
GARA | BERLÍN
Dos jóvenes directoras, la argentina Natalia Smirnoff y la bosnia Jasmila Zbanic, dominaron ayer la Berlinale, con un filme armado sobre el talento de María Onetto, la primera, y sobre la radicalización islámica en Sarajevo, la segunda, en una jornada a competición en la que el cine alemán fue abucheado. Zbanic, nacida en 1974 en Sarajevo y Oso de Oro en 2006 con «Grbavica», volvió a la Berlinale con una sutil muestra de cómo sugerir, más que mostrar, los cismas dejados en la sociedad bosnio musulmana por el conflicto bélico.
Smirnoff, porteña nacida en 1972, debutó con «Rompecabezas», centrada en el mosaico de sentimientos de una mujer, María del Carmen -interpretada por Onetto-, a quien alguien regala en su 50 cumpleaños un puzzle y descorre así la cortina de un talento que nunca sospechó tener y que algunos hubieran preferido dejar oculto.
En otra órbita se sitúa Zbanic con «Na Putu» -«On the Path»-, centrado en una joven y hermosa azafata bosnia, que quiere tener hijos con su compañero, un musulmán moderno y controlador aéreo, de pronto en el paro por tomar alcohol en el trabajo.
La salida al desempleo será un trabajo en un campamento de musulmanes que sí siguen las reglas estrictas del Corán, donde las mujeres van cubiertas de cabeza a los pies y su resquicio a la vida es la apertura en su negra burka a la altura de los ojos. «Tras el genocidio, tras la guerra perdida, fueron muchos los que buscaron refugio en el integrismo religioso. Traté de abordar ese proceso y hasta qué punto alguien, por amor, debe aceptar los cambios del otro, cuándo empezamos a renunciar a nosotros mismos y en qué punto la renuncia significa traicionarnos», explicó Zbanic.
mirnoff y Zbanic dejaron en la Berlinale el sello del buen trabajo, con la etiqueta común de «jóvenes realizadoras», mientras que el anfitrión alemán se llevó el primer abucheo de la competición con «Jud Süss», de Oskar Roehler. Rodada bajo el prisma estético de un melodrama de los 40, la película provocó impaciencia entre los medios internacional y algo de vergüenza ajena entre los alemanes.