Los diarios japoneses, viejos gigantes en busca de jóvenes lectores
La profunda crisis que atraviesa en los últimos años la prensa escrita está dando lugar a cambios sustanciales en el sector. En Japón, donde cada mañana llega un periódico prácticamente a cada casa, están tratando de encontrar la fórmula que haga viable la continuidad del papel en la era digital.
Maribel IZCUE I
Gracias a la fidelidad de millones de suscriptores, los diarios de Japón han sorteado la crisis mejor que en Estados Unidos o en Europa pero, en plena era digital, buscan vías para atraer al lector joven. El primer mercado editorial del planeta alberga los cinco periódicos con mayor tirada mundial: el líder es el «Yomiuri», con 14 millones de ejemplares, más de lo que venden todos los diarios del Estado español juntos. Un ejército de más de 417.000 repartidores sale a las calles cada día, a lo largo y ancho de Japón, para llevar los periódicos a 50,3 millones de domicilios (el 95% de los hogares del país) a cambio de una comisión por cada ejemplar, lo que impulsa además frecuentes campañas para captar nuevos clientes.
La arraigada costumbre de la suscripción ha permitido que las ventas de los diarios japoneses, que publican ediciones matutina y vespertina, hayan caído un 6,3% en la última década frente al 10,6% que han perdido los de EEUU en solo un año.
El punto débil de este sistema es la edad media de los lectores, que ronda los 60 años, mientras los más jóvenes buscan las noticias en Internet o a través del teléfono móvil.
En Japón, los usuarios pueden acceder a las principales noticias del día a través del móvil por una cuota que varía entre 100 y 300 yenes al mes (entre 0,8 y 2,4 euros), mientras que una suscripción mensual a un diario tradicional cuesta alrededor de 4.000 yenes (unos 32 euros). «Por ahora aguanta el modelo de suscripción, pero tenemos que buscar otros modelos. Estamos en proceso de desarrollar aplicaciones para los nuevos soportes tecnológicos», explica a la agencia Efe Shuji Yamamoto, portavoz del segundo diario japonés, el «Mainichi».
Los móviles de última generación, el iPad, el eBook de Sony, el Kindle de Amazon... todos ellos han irrumpido en poco tiempo en el escenario mediático nipón, que trata de adaptarse a la situación sin renunciar al viejo modelo de papel.
Papel, móvil y ordenador
El diario económico «Nikkei», que sufrió en 2009 sus primeras pérdidas desde la II Guerra Mundial por la caída de la publicidad, ha optado por potenciar su web para aumentar los ingresos. El objetivo es que el lector que se suscriba a la edición digital lo haga también a la impresa y consulte el diario varias veces al día y en distintos formatos: por la mañana, desde casa en papel; de camino al trabajo, por el móvil; y en la oficina, con el ordenador.
El «Nikkei» tratará de alcanzar 100.000 suscriptores a estos servicios en el primer año, aunque en general «es difícil que las ganancias de la versión digital puedan cubrir la caída de los ingresos por publicidad en papel», opina Yamamoto.
Su periódico, el «Mainichi», ofrece desde el pasado mes de octubre un servicio de pago para leer el diario y acceder a contenidos digitales a través del libro electrónico Kindle, cada vez más popular en Japón. Al mismo tiempo, el segundo diario nacional busca mitigar los efectos de la crisis del sector (que redujo en un 30% sus ingresos en publicidad desde 2007) con alianzas con otros medios, algo impensable en Japón hace una década.
Así, en abril entrará en vigor un acuerdo sin precedentes entre el grupo «Mainichi» y la agencia Kyodo para compartir información y oficinas, lo que permitirá al diario «dedicarse a elaborar análisis e información en profundidad», según adelanta Yamamoto.
Como muchos de sus rivales, este diario busca, además, motivar a los más jóvenes a que lean la prensa escrita con charlas sobre periodismo en las escuelas (sólo para este año se prevén 500 de esos encuentros) o suplementos de prensa dirigidos al público infantil.
Los lentos cambios que registra la prensa coinciden con la celebración, en 2010, del Año de la Lectura en Japón, que el Gobierno de Tokio declaró, entre otras razones, para mantener viva la costumbre de leer en papel entre una población cada vez más entregada a las nuevas tecnologías.